Martes, 1 de marzo de 2016 | Hoy
Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona
UNO Vivimos tiempos históricos, aseguran los atemporales histéricos. Y, sí, de acuerdo: el juego de palabras sónico entre historia e histeria es tara y tic habitual aquí pero, claro, la culpa es mía. Porque yo lo cuento a Rodríguez sin ninguna intención de posteridad. Lo de Rodríguez es como si siempre fuese la primera vez. Y dura poco y nada. El tiempo que demora en ser escrito primero y leído después y así Rodríguez vive lo que le toca en esta efímera y burbujeante y pasajera época que, con los años, será conocida –tan efímera pero abundante en acideces y problemas digestivos como Era del Alka-Seltzer. Berp...
DOS ...Burp. Y así, consciente de la constante ocasión trascendente que le ha tocado en (des)gracia eructar, Rodríguez ha decido seguir el consejo de Manuel Jabois en El País en lo que hacer y deshacer durante estos días inmediatamente inolvidables y epifánicos y efeméricos. Empieza Jabois (hacía tiempo que Rodríguez no experimentaba el placer/envidia de leer a un opinador que piensa por escrito exactamente como él lo que él jamás llegará a escribir por pensado) a propósito de este pasado pero ya histórico 23F en el que, además, se conmemoraban los cuarenta años de aquel otro 23F también histórico: “Cuando salió ayer Pedro Sánchez a decir que el acuerdo de legislatura con Ciudadanos era un momento histórico traté de recordar qué estaba haciendo para contarlo dentro de 30 años”. Sigue Jabois: “Desde hace un año es imposible que un candidato salga a merendar, coja el bocadillo y no lo eleve al cielo como si fuera una hostia consagrada para decir que es un momento crucial de la historia de España y acto seguido convocar una rueda de prensa (...) Como resultado de una percepción adánica del momento político, en el que parece que todo está inventándose o a punto de inventarse, se concluye que cualquier gesto es histórico cuando a veces es solo un aniversario de algo ya hecho anteriormente, como que los partidos hablen entre ellos”. Concluye Jabois al pie de su columna: “Todo ello, este movimiento ingente de reuniones, declaraciones y estrategias filtradas o interesadas delata lo que realmente se entiende por ‘histórico’, ‘crucial’ y ‘sin precedentes’ en España: el hecho de que unos señores con ideas distintas traten de ponerse de acuerdo, ni siquiera que lleguen a ponerse. Y si nos preguntan dónde estábamos, diremos que donde siempre, porque no da tiempo ni a moverse”. Y tiene razón Jabois, piensa Rodríguez mientras pasa las páginas del periódico y se encuentra con aviso que avisa del próximo concierto histórico de Ana Belén & Víctor Manuel & Miguel Ríos y Joan Manuel Serrat para conmemorar las dos décadas aquel otro concierto que ya fue histórico hace dos décadas y...
TRES ... Rodríguez se pregunta si el propio cumpleaños será fecha histórica o no. La respuesta es no y sí. Y, sintiéndose antiguo, habiendo superado el medio siglo de vida y mucho menos de obra, Rodríguez busca consuelo y bronce y mármol (más True History que True Story) en el History Channel. Allí todo sigue tranquilizadora e históricamente como siempre. Para los hacedores del canal, la Historia se apoya básicamente sobre cruces cristiana y esvástica: Jesús y Hitler. El improbable Bien Total que no ha dejado ninguna evidencia real de su paso por este mundo pero en el que tantos creen, y el Mal Absoluto de quien sí existió aunque cueste creerlo. Best-sellers ambos. Horas y horas de documentales que van desde el tintorero del Santo Sudario al nieto del banquero que asegura que su abuelito guardó todo el botín del Reich en Andorra. El tercer puesto lo ocupan los siempre dúctiles y prácticos Illuminati que pueden ser tanto heil como amén, según la programación lo demande.
CUATRO Pero el presente histórico e histérico no demora en entrometerse; y allí están todas esas noticias de primera plana sobre lo que se presentó en el Mobile World Congress de Barcelona. Ese reducto donde se reúne una secta internacional no a hablar por teléfono sino a hablar de teléfonos. Rodríguez vuelve a decirse lo mismo de siempre: el que el teléfono se haya convertido en el gran objeto del deseo de la raza humana toda (hubo tiempos lejanos en los que, sí, el éxito personal pasaba por alcanzar el nirvana de ya no tener que atender el teléfono) es prueba irrefutable de que algo estamos haciendo mal. Abundan las noticias telefónicas entonces. Ej: un tal Tomotaka Takahashi ha diseñado un teléfono móvil con forma de robotito que baila y al que puedes aplaudir y conversarle cuando no estás hablando con nadie o leyendo algo en su pantallita esperando que te aplaudan con el pulgar en alto. “Si hablamos con mascotas y osos de peluche, no veo porqué no hablar con nuestros teléfonos”, se justificó Takahashi. Y añadió: “quiero hacer historia”. Mientras en la página de al lado se daba cuenta de las evoluciones de Mark “Facebook” Zuckerberg por Barcelona (siempre con ese aire de Chance Gardiner en versión juvenil y nada de la mística de otros astutos directores de orquesta de virtuosos como Thomas Alva Edison o J. Robert Oppenheimer o, sí, Steve Jobs) cuyo peso histórico radica para Rodríguez en, primero, una canallada que le hizo a unos amigos y conocidos y, segundo, en el amasado de una inmensa base de datos ajenos voluntariamente entregados y a disposición de vaya uno a saber quién. La cobertura del evento es la misma que la del año pasado (la infaltable huelga de transporte, los hoteleros contentos y las escorts en éxtasis porque sigue sin haber una buena app que sustituya sus servicios, las masas acudiendo bobas y bovinas) y hasta el año que viene para otro congreso que, a no dudarlo, será histórico.
CINCO Lo demás, lo que ya es lo de siempre, acción y reacción. La misma historia de siempre: Iñaki Urdangarin se defiende con un casi evangélico “Yo me dedicaba a lo que me dedicaba”; Podemos le reprocha al PSOE el “haber frustrado una oportunidad histórica” al alinearse con Ciudadanos; mientras la mierda corrupta del Partido Popular sigue saliendo a flote acompañada de muletilla que ya apenas sostiene: “No me consta”. Lo mismo que le dijeron las autoridades de la Iglesia a Galileo hace cuatrocientos años. Todo esto mientras a Mariano Rajoy empieza a constarle que, tal vez, hay una muy fina línea entre el hacer historia y el ser historia. Por lo pronto, ya lo nombraron persona non grata en su amada y parte importante de su historia Pontevedra. Lo que le dolió mucho porque –explicó con otra de sus frases históricas y sic– “los políticos también somos sentimientos y tenemos seres humanos”.
SEIS Al final, por fin, Rodríguez se entera de algo auténticamente histórico. Apareció un último y hasta ahora desconocido cuadro de Francis Bacon pintado justo antes de su muerte en Madrid en 1991. Se titula “Study of a Bull”, estaba en una colección “muy privada”, y a todos les consta que es una instantáneamente histórica obra de arte. Lo que se muestra allí es a un toro que ya no sabe si salir o no al ruedo, que está cansado de todo y de todos. Un autorretrato lateral, pero fiel y preciso. Dos metros de altura y lienzo que incluye, mezclado con el óleo, polvo del polvoriento estudio de Bacon en South Kensington donde el artista solía decir cosas como “El polvo es eterno”.
“Cierto”, se dice Rodríguez sintiéndose más vetusto polvo en cuartito del fondo que tierra atemporal en pieza de museo.
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