Martes, 1 de marzo de 2016 | Hoy
ECONOMíA › OPINIóN
Por Horacio Verbitsky
La lectura del comunicado emitido ayer por el special master Daniel Pollack trae ecos de otros tiempos. El mediador designado por el juez de Wall Street que condenó a la Argentina a pagar lo que reclamaban los fondos buitre encomió a quienes dedicaron incontables horas y/o especial talento para alcanzar el acuerdo. En primer lugar, al juez que lo designó, Thomas Griesa; luego el presidente Maurizio Macri, que “en cuanto fue electo en noviembre decidió modificar el rumbo negativo que la República Argentina había impreso a este litigio” y por último el principal de los acreedores, Paul Singer, un “negociador duro pero justo”. En el medio, extendió su reconocimiento al Secretario de Finanzas Luis Caputo, por su “paciencia, buena voluntad e inteligencia” y al subsecretario Santiago Bausili y no olvidó mencionar a los funcionarios con capacidad de decisión Alfonso Prat-Gay, a quien llama Ministro de Economía y al jefe y subjefe del gabinete de ministros, Marcos Peña y Mario Quintana porque la “corrección del rumbo” que impusieron fue “heroica”.
El 7 de agosto de 1945, el entonces coronel Juan D. Perón explicó en su célebre discurso del Colegio Militar cómo operaban lo que llamó las fuerzas vivas o los vivos de las fuerzas. “Hubiera sido mucho más fácil seguir el camino ya trillado y entregarnos a esas fuerzas que nos hubieran llenado de alabanzas. Entonces, todos los diarios nos aplaudirían, pero los hombres de trabajo estarían en condiciones iguales o peores que antes. En ese sentido he sido receptáculo de innumerables sugestiones. Les aseguro a ustedes que si hoy me decidiera a entregar el país, mañana sería el hombre más popular de Buenos Aires. Me lo han dicho impúdicamente:
–Vea Coronel, ¿por qué no deja de pelear con esos hombres y se arregla?
Yo les he preguntado invariablemente a qué precio.
–Muy simple, arreglando las cuestiones económicas.
–¿Y en qué consisten las cuestiones económicas?
–Pero, hombre, llegando a combinar los negocios internacionales, cuestión de transportes, cuestiones de industrias.
–En otras palabras, señores, entregar el país. Esa es la realidad. Si yo entregara el país, me dijo un señor Braden –en otras palabras muy elegantes, naturalmente, pero que en el fondo decían lo mismo– en una semana sería el hombre más popular en ciertos países extranjeros. Yo le contesté:
–A ese precio prefiero ser el más oscuro y desconocido de los argentinos, porque no quiero –y disculpen la expresión– llegar a ser popular en ninguna parte por haber sido un hijo de puta en mi país”.
Como esto ocurrió hace 71 años, es posible que no fuera conocido para la mayoría de los diputados y senadores a los que Pollack recordó ayer que el acuerdo “está sujeto a la aprobación del Congreso argentino y, específicamente, al levantamiento de la ley cerrojo y de la ley de pago soberano, promulgadas por el anterior gobierno y que impedirían estos acuerdos”.
Es bueno que al momento de la decisión, posean toda la información necesaria para elegir qué prefieren.
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