CONTRATAPA

El verdadero Diccionario Argentino

 Por Enrique Medina

Una familia consta de tres generaciones: en los extremos abuelos y nietos, en el medio y en los bordes el resto de los componentes abroquelando el grupo. Y, si es que el virus ácrata no ha brotado, la unidad es el resultado de una forma de vida en la que se establecen criterios de convivencia y comunicación cobijados en un hogar confortable y de mérito. Este sustento se apuntala con una estructura sólida, todo ello dependiendo de sus valores espirituales e intelectuales para resistir el paso del tiempo. Estos valores pueden resumirse en una biblioteca que como mínimo debe ofrecer tres libros básicos. Si el primero puede encarnarse en la Biblia, el segundo debe ser una enciclopedia que, en el menor de los casos, puede ser un simple y entrañable diccionario. Desde hace mucho tiempo, a falta de “El Verdadero Diccionario Argentino”, hemos optado por someternos al de la Real Academia Española, que no está mal; o al Larousse, lo que es un desastre, ya que es una mera traducción que se impuso por bajo costo, fácil manualidad (chico), hábil penetración comercial y, sobre todo, por la inveterada propensión a la servidumbre voluntaria que padecemos con todo lo extranjero: literatura, cine, música, política, ropa, autos, preservativos, cáncer, etc. Por suerte todavía tenemos un Gardel, un Lugones, un Perón, un Favaloro, un Maradona, una clase trabajadora y otros más que luchan para desmentir la indudable dependencia que minuto a minuto puede verificarse donde se quiera, empezando por las cortinas musicales de las radios. Pero, a pesar de lo dicho, es más cómodo extender el brazo y tomar el Larousse, ya que los otros más serios y pesados resultan incómodos para una consulta urgente y salir del paso. Buscando Burócrata, se aprende que es la persona que trabaja en el sector administrativo de un estado (mejor sería: “un” sector “del”). Que Buró viene del francés Bureau y comprende desde el escritorio hasta todo lo que entra en la oficina. Incluso que es el escritorio con pequeños cajones en la parte superior que se cierra con una persiana, algo que siempre contemplé con éxtasis en los compra-ventas y lamentablemente nunca gocé (tengo la misma admiración y el mismo lamento por un sillón inglés, con brazo articulado para leer, que posee un querido colega, amante de las panteras). Las definiciones desde Buró hasta Burocratizar transmiten el concepto de algo necesario y complicado. Burocracia: ...normas establecidas por el sector administrativo..., trámites dificultosos o lentos. Burocratismo: Influencia excesiva de la burocracia... Burocratización: Crecimiento excesivo de las funciones..., un grupo social tiende a constituirlas en una capa autónoma..., rasgo dominante del conjunto de las relaciones sociales... Burocratizar: Someter a un estado a un conjunto de normas administrativas (sería mejor quitar una de las dos preposiciones)..., trámites dificultosos, etc., etcétera. Puro blablá francés, palabrerío inconsistente que no expresa ni formal ni llanamente de manera veraz a “nuestro burócrata”. Pero, casualmente, días atrás asumí el privilegio, lo vi en una oficina ejerciendo su papel con apreciable empeño: afeitadito, camisita blanca, corbata, algo calvo, de anteojos, manos en los bolsillos, caminar trabado de patovica, desplazamiento lento de rey con corona, altanero, despectivo, durísimo mirar que amedrenta al pobre infeliz en busca de ayuda. Sibilino como su hermana la víbora, da instrucciones a media voz y, cometiendo el favor de la automolestia, se restituye a su escritorio a tomar café, leer el diario y hablar por teléfono, como si la enorme oficina fuera estancia heredada. Y es en esta comprobación donde más se siente la falta de “El Verdadero Diccionario Argentino”, porque donde el resto de los mataburros dice blablá, en el nuestro, luego de las primeras acepciones frías, en la acepción familiar debería leerse: Burócrata: Nativo del folclore nacional, vive chupando la sangre del Estado alargando papeleos a costa de la benevolente infelicidad de los súbditos menesterosos. Y en la acepción coloquial diría: Pelafustán hijo’e una gran puta, hipócrita bicho infame bueno para nada, salvo para cagar al prójimo. Esto es lo menos que sedebería leer en “El Verdadero Diccionario Argentino”. Además de... Ah, perdón, no olvidemos el tercer libro, debe ser de cocina, nunca de horóscopos. Decía que, además de...

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