SOCIEDAD › DEBATE SOBRE LA MATERNIDAD EN PAREJAS DE LESBIANAS
Cuando madre no hay una sola
Dos mujeres cordobesas tendrán un bebé por inseminación artificial. Una pareja cuenta cómo es la crianza en un hogar diferente.
Por Mariana Carbajal
En pocos días nacerá en Córdoba un bebé de madres lesbianas: la criatura fue concebida por inseminación artificial con semen de un donante anónimo. La noticia trascendió ayer y causó gran revuelo. Aunque no se trata del primer caso en el país, reactualizó la polémica sobre los chicos criados por dos mujeres. Consultados por Página/12, dos especialistas despejaron dudas al respecto, y Cecilia y Celia, la primera pareja de lesbianas que reveló públicamente su maternidad compartida, contaron su experiencia y las preguntas que Dani, su hija de cuatro años, empezó a hacerles sobre su origen y la ausencia de un papá.
“Ya hay muchas mamás lesbianas en el país, desde hace tiempo. Tal vez hoy estos casos estén saliendo más a la luz porque las mujeres se animan a contarlos. Antes eran secretos familiares”, señaló el psicólogo Jorge Horacio Raíces Montero, compilador y autor de Adopción, la caída del prejuicio, un libro que reúne estudios científicos de distintos países sobre adopción en familias gay, lesbianas, travestis, transexuales, transgéneros, bisexuales e intersexuales.
El caso de las futuras mamás cordobesas lo dio a conocer ayer el diario local La Mañana. Pero poco se supo de la historia de la pareja, porque prefirió guardar el anonimato. Sí se sabe que una de ellas está por parir, y que la criatura fue concebida con la ayuda de un centro de fertilización asistida a partir del semen de un donante anónimo. La decisión de ser madres, contaron allegados, no fue fácil, pero la contención familiar de ambas mujeres les permitió superar miedos y dudas.
Como en otros casos similares, el bebé será inscripto en el Registro Civil como hijo de madre soltera con el apellido de una de ellas. Pero las dos serán “mamá” y de a poco, en la medida en que pregunte, le irán explicando a la criatura sobre su historia. Así también han hecho Celia, de 45 años, y Cecilia, de 43, que el 1º de mayo de 2001 tuvieron en la ciudad de Buenos Aires a Dani. “Este año recibimos la gran pregunta –contó ayer Celia a Página/12–. ‘¿Yo no tengo papá?’, nos preguntó Dani. Entonces le contamos que todos tenemos papá y que en el caso de ella, como nosotras queríamos tener un hijo, le pedimos ayuda a una doctora, que ella conoce, y que fue un papá y dejó una semillita en su consultorio, y después se la pusieron en la panza de Cecilia.” Esa información fue suficiente para saciar, por el momento, los interrogantes de la pequeña. La nena va a un jardín del barrio porteño de Chacarita.
–¿Y qué dice cuando sus compañeros le preguntan sobre su familia?
–Responde que tiene dos mamás.
A una la llama “mamá Cecilia” y a la otra “mamá Pollo”, por el sobrenombre con el que todos conocen a Celia. La pareja comenzó con los intentos de tener un hijo en 1999, después de varios años de convivencia. Cecilia ya tenía tres de más de veinte años de su primer matrimonio. Para Celia, convertirse en madre era un deseo muy fuerte. Por eso acordaron que sería ella la que buscaría el embarazo. Lo intentó varias veces, con inseminación artificial y semen de un donante, pero no lo logró, ni siquiera con óvulos donados por su pareja. Finalmente la que quedó embarazada fue Cecilia. De todas formas, en aquel momento no les resultó sencillo encontrar con un centro médico que aceptara sus intenciones. “Un montón de lugares nos cerraron las puertas por ser lesbianas”, aclaró Celia. Ahora están esperando que en el país se sancione una ley que les permita casarse, “y que yo pueda adoptar a Dani. No sólo no puede llevar mi apellido, ni siquiera puede heredarme”, objetó Celia, que es empresaria. Cecilia es docente.
–¿Cómo vive Dani el hecho de tener dos mamás?
–No tiene ningún problema, lo vive con absoluta normalidad. El problema son las instituciones. Cuando fuimos a anotarla en el Registro Civil, la empleada casi se desmaya –recordó Celia.
–¿Hay figuras masculinas en el entorno de Dani?
–Claro, parientes, amigos. Pero nosotras somos mamás y papás, cumplimos los dos roles –destacó Celia.
Tanto Raíces Montero como la psicóloga Isabel Monzón han tenido como pacientes madres lesbianas, que han recurrido a bancos de semen o han quedado embarazadas a partir de una relación sexual con un varón amigo a quien le proponen ser padre con esas particularidades, o con otro hombre que nunca se entera de su paternidad. “Los chicos se crían muy bien. Tengo experiencia de atender buenas madres aunque, como en el caso de las heterosexuales, también hay malas madres. No es una cuestión de la orientación sexual”, indicó Monzón. “Lo importante en la educación de un niño es que se cumplan las funciones: poner límites, pasar la historia familiar, dar vacunas... Cuál le corresponde a cada una es indistinto, igual que en el caso de padres heterosexuales”, precisó Raíces Montero.
El otro punto que genera controversias es cuál será la orientación sexual de chicos criados por parejas del mismo sexo. En este aspecto, ambos profesionales son terminantes: “Los padres no dictaminan la orientación sexual”, apunta Raíces Montero. “Como la homosexualidad o el lesbianismo no es una enfermedad, no se contagia”, agregó Monzón.