CULTURA › ENTREVISTA AL ESCRITOR Y PERIODISTA JUAN LUIS CEBRIAN
“Franco se murió hecho un asco”
El autor presentó aquí su nueva novela, un retrato histórico ficcionalizado que recorre los últimos días del franquismo. “Los dictadores son el lado oscuro de cualquier ser humano”, advierte.
Por Angel Berlanga
“Hay cosas que no se pueden contar sin la ficción, como dar cuenta de los sentimientos de la generación que trajo la democracia a España, que en cierta medida es la mía.” El periodista y escritor Juan Luis Cebrián, de visita en Buenos Aires, explica así la lógica de su nueva novela, Francomoribundia, el segundo eslabón de una trilogía inaugurada tres años atrás con La agonía del dragón. “Yo tengo hijos mayores y un día, hablando con ellos, me di cuenta de que no conocían nada del franquismo, ni de sus finales”, cuenta. “Ese mundo, al que pertenecen el rey Juan Carlos, Adolfo Suárez, Felipe González, mi generación, era el de nuestra convivencia diaria. Y mis hijos no sólo desconocían los nombres de ese mundo: tampoco lo entendían.”
En correlación cronológica con la primera parte, enfocada entre 1968 y 1973, Francomoribundia transcurre entre los días finales del dictador Francisco Franco y el desenlace del frustrado intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, prueba de fuego de la transición en España. Cebrián es uno de los fundadores de El País de España y fue durante casi trece años su director; el diario salió a la calle en mayo de 1976, seis meses después de la muerte de Franco. “Yo elegí a toda la redacción y marqué la línea editorial –recordó–. Tenía un sitio bastante privilegiado para ver la transición, porque los partidos (salvo el Comunista) no existían, el ejército conspiraba, la llamada oligarquía financiera estaba despistada y la Iglesia se había retirado del escenario político; los medios de comunicación, entonces, fueron muy importantes en esa época.”
Cebrián, integrante de la Real Academia Española y autor de varios libros (Retrato de García Márquez, Crónicas de mi país, El futuro no es lo que era, entre otros), dialogó con un grupo de periodistas de distintos medios –entre ellos Página/12– y luego presentó formalmente su novela en el Centro Cultural de España. Ernesto Sabato, en primera fila, destacó su trayectoria y su calidad como escritor, y enseguida Cebrián contó que una carta enviada por el autor de El túnel fue un impulso fundamental para terminar de escribir su novela. El autor explicó que aunque muchos de los personajes de Francomoribundia ya aparecen en la primera parte de la trilogía, cada una de las partes funciona independientemente. Cebrián todavía no tiene claro si en su última entrega se extenderá hasta la actualidad o si proyectará la historia “hasta el 2010 o el 2015”. Contó que “hay algunos tramos de ficción y otros documentales, porque quise mezclar los hechos reales con las vidas privadas de los españoles. Balzac decía que la novela era la historia de la vida privada de las naciones; yo he tratado de explicar cómo vivíamos los españoles estos hechos terribles”.
“La gente no se da cuenta de que Franco fusiló después de la Guerra Civil a más gente que la suma de todas las víctimas de las dictaduras latinoamericanas en los años ‘70; recién ahora se están desenterrando las fosas comunes”, dijo Cebrián cuando este diario le preguntó si el franquismo sobrevivía aún en buena parte de España. “El franquismo sociológico sigue ahí, entre otras cosas porque es una forma de comprender España; por eso duró tanto tiempo –agregó–. Podría parodiar aquella frase de Borges, cuando decía que el ego era el argentino que todos llevamos dentro, aplicarla a España y decir que todos los españoles llevamos un franquito dentro .” Cebrián subrayó que aunque el de José María Aznar es un gobierno democrático elegido en comicios libres, “representa esa España profunda, que tiene mucho que ver con el nacionalismo católico, que acaba poniendo Religión como asignatura obligatoria en las escuelas veinticinco años después de que se aprobara la Constitución”.
Francomoribundia comienza con el dictador contando en primera persona sus penurias durante sus últimos y agónicos días de vida. “Leí mucho sobre Franco, novelas, biografías, frases, memorias de sus colaboradores –cuenta Cebrián–. Y me sedujo la idea de que fuera un personaje más del libro. Si saco un libro y digo que Franco era un hijo de perra, probablemente no añada nada a lo que ya se sabe. Siempre me ha impresionado la idea de que los dictadores no son monstruos: son personas como nosotros. A los dictadores les duelen las muelas y las tripas; o sea que esta idea de ‘monstruos’ es reaccionaria, porque les permite alejarlos del género humano. El dictador es el lado oscuro de cualquier ser humano, de cualquier gobernante sin institucionalidad política y legal. Franco tenía un poder omnímodo y murió como yo no quisiera morir: una piltrafa, manipulado por su familia y por los médicos, lleno de dolores, escapándosele los pedos... O sea: hecho un asco.”