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“El Museo de la Memoria en la ESMA es un caso único. Por lo general en ese tipo de museos los unos y los otros están claramente diferenciados. Este conmemora el terrorismo de Estado, y su armado va a ser complejo. ¿Por qué? Los museos, en general, abrevan en las historias oficiales, que son los relatos del Estado; por supuesto que pueden ser diversos, plurales. Pero el Estado no es el acusado en un museo de la memoria, y acá el acusado es, justamente, el Estado que conmemora. Yo creo que el Museo es un signo de madurez social y cívica. Es inédito. Espero que nuestra sociedad tenga espaldas fuertes para sostenerlo. Porque va a haber que soportarlo: será doloroso para la sociedad mirarse en ese espejo. Está claro quiénes fueron las víctimas y los victimarios, pero el resto, la sociedad civil, ¿dónde estaba, qué miró, qué hizo, qué dejó de hacer? Es una apuesta fuerte, valiente, de una sociedad que tiene estos rasgos de originalidad. En derechos humanos, las asociaciones civiles de la Argentina se ganaron el respeto del mundo. En una sociedad aún muy pasiva, los organismos de derechos humanos son lo más activo que tenemos.”