Ahora, con el resultado puesto, parece una obviedad decirlo, pero el parate ayudó a San Lorenzo. No el parate del sábado, cuando el diluvio obligó a suspender el clásico, sino el del entretiempo del minipartido que se jugó ayer en la Bombonera. Porque el conjunto de Miguel Angel Russo fue un aluvión en esos 37 minutos finales. Marcó cuatro goles, vapuleó a la defensa de Huracán, que minutos antes parecía impenetrable, y se hizo un festín con su clásico rival, que no mostró ningún tipo de reacción. Así, los de Boedo mantienen su paso firme en el último tramo del campeonato y se ilusionan con pelear por la gloria hasta la fecha final. Están a dos puntos de Boca y se ilusionan con llegar.

Pero para que luego del pitazo de Saúl Laverni se desatase toda esa locura en la segunda bandeja que da al Riachuelo, tuvo que suceder ese antes y después, con frontera en el entretiempo. Un cambio radical, tanto en Huracán como en San Lorenzo. Porque si bien al partido siguió dominándolo San Lorenzo, tuvo más eficacia y profundidad, esa que le faltó en el primer tiempo. Huracán volvió a mostrar problemas en defensa, esos que no existieron en la primera mitad.

Todo se dio rápido. Tan veloz como el gol tempranero de Aureliano Torres, que marcó el camino hacia la victoria de San Lorenzo y comenzó a evidenciar el desplome de Huracán, que no pudo sostener la ventaja a favor y sufrió demasiado el hombre de menos. A partir de ahí, hasta el final del desarrollo San Lorenzo fue un Huracán. ¡Qué paradoja!

Se lo llevó por delante, como no lo había hecho en el primer tiempo, al conjunto de Parque Patricios y manejó el partido como solía hacerlo poco tiempo atrás. Así, sobre todo por la banda izquierda, con Solari y después con Chávez (gran dinámica y vértigo le aportó el juvenil al equipo), lastimó como quiso a la defensa rival. Desarmó el muro de camisetas blancas que habían puesto los locales enfrente del área en el primer tiempo y le encontró la vuelta para poner al descubierto la debilidad del local: las pelotas paradas.

Por esa vía vulneró el arco que defendió Alejandro Limia, casi todas las veces que se lo propuso, aunque concretó sólo en tres. El último gol, con un remate certero de Silvera, quedará como una anécdota. Para ese entonces Huracán se defendía sólo con dos jugadores y el partido ya tenía un ganador desde hace tiempo.

Antes de todo eso también fue un monólogo del visitante. San Lorenzo tuvo el manejo del partido desde el minuto inicial. Con mucha presión en la mitad de la cancha y cerrándole todos los caminos posibles a su rival, hizo circular la pelota y merodeó constantemente el arco de Limia.

Huracán, mientras tanto, esperó demasiado a su rival y pagó caro el no tener ideas claras a la hora de contraatacar, por donde pudo marcar al menos dos goles, pero Orión le tapó una media vuelta clara a Barcos y luego el grandote tuvo una pifia increíble, con el partido empatado. Pero especuló demasiado con el resultado y San Lorenzo fue siempre el que mostró sus ganas de ganar. Por eso se llevó el gran premio, que le permite ilusionarse con pelear por el campeonato.

Comentó: Nicolás Sagaian.

1- HURACAN

Limia; Araujo, Goltz, Herner, Arano; Díaz, Barrientos, Esmerado, C. González; Barcos.

DT: Angel Cappa.

4- SAN LORENZO

Orión; A. González, Aguirre, Bianchi Arce, A. Torres; Rivero, J. Torres, Ledesma, Solari; Bergessio, Silvera.

DT: Miguel Angel Russo.

Estadio: Boca (local Huracán).

Arbitro: Saúl Laverni.

Goles: 40m, A. Torres (SL); 51m, Chávez (SL); 61m y 70m, Silvera (SL).

Cambios: 10m, Menseguez por Rivero (SL); 49m, Chávez por Ledesma (SL); 54m, Hirsig por Solari (SL); 57m, Cólzera por Díaz (H).