DEPORTES › OPINION

Una conducta de Loco

 Por Diego Bonadeo

Fiel a su estilo, a contracorriente de lo supuestamente establecido, políticamente incorrecto, transgresor de verdad, nunca contestatario a la violeta, portando consigo sus convicciones sin dejarlas como tantos otros a las puertas de ningún lado, Marcelo Bielsa arremetió epistolarmente antes de las elecciones del domingo en Newell’s contra la inamovilidad del derrotado presidente Eduardo López –homónimo por apellido y por vínculos con el escolaso del tragamonedista oficial Cristóbal López– a horas de los comicios, lo que a cierta pacatería formal podría molestar por aquello de las “vedas electorales”.

Tras catorce años de autocracia, finalizó uno de los más largos mandatos presidenciales que los clubes de fútbol recuerden –en la medida en que tengan memoria, lo que estaría por verse– sin convocatoria a los socios.

Y Marcelo Bielsa, así como su hermano Rafael y tantos más, lucharon casi siempre en la adversidad para revertir lo que parecía difícil hasta el fin de semana último.

Con Marcelo Bielsa, el debate sobre gustos futboleros puede llevar a niveles bizantinos, pero lo que más importa que es la conducta de vida –como bien se dijo más de una vez no es verdad que “lo único que importa es ganar”, sí es verdad que “lo único que importa es respirar”–, y con el Loco Bielsa, de eso es de lo que se trata.

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