Jueves, 15 de enero de 2009 | Hoy
DEPORTES › OPINION
Por Pablo Vignone
Sucedió en el 2008 con el “Patito” Rodríguez, pinta para lo mismo este año con el “Tortuga” Fernández. Forma parte de la espantosa tradición de los torneos de verano, con equipos puestos a jugar de espaldas a sus necesidades físicas, obligados a practicar fútbol a cuatro, cinco días, una semana de haber vuelto al trabajo, cubriendo los huecos cada vez más anchurosos que dejan los profesionales en el equipo titular con pibes de las Inferiores que advierten lo que parece ser una chance y luego se convierte en una trampa.
Sucedió hace exactamente un año, el 15 de enero del 2008, cuando Patricio “Patito” Rodríguez entró en la cancha reemplazando a Enzo Bruno en el Independiente-Boca de verano, con el partido 1-1. Menos de un minuto después metió un zurdazo bombeado que se transformó en el golazo de la victoria. Al día siguiente, todos los medios se hicieron eco de la figurita en ascenso. Sin embargo, pasó todo el 2008 y el Patito Rodríguez, clase 1990, no terminó nunca de ascender, cuentan que acomplejado por los exabruptos del Rolfi Montenegro.
El martes a la noche le tocó al “Tortuga” Gustavo Fernández, otro pibe de 18 años, entrerriano, surgido en Renato Cesarini y en River desde la Sexta, promovido por Gabriel Rodríguez al plantel de Primera, juvenil al que, según los mentideros, su representante ya le armó un video con todos los firuletes de los entrenamientos para hacerlo circular como poderoso argumento marketinero en clubes extranjeros ávidos de buenos negocios. Fernández entró en el segundo tiempo y un cuarto de hora más tarde madrugó a Viola para clavar de zurda –también– el empate de River.
Lo elogió Gorosito, quedó transformado en otro animalito de la jungla futbolera que vive la instantánea dimensión del sueño (“por suerte se me dio”, dijo el pibe, ¿qué otra cosa iba a decir?), y si la tentación es elevarlo al plano de salvador, construir otra historia heroica, habría que marcarle al Tortuga, cuando pueda desacelerarse y bajarse de la liana a la que lo subieron ayer, que el martes a la noche en Mendoza también el Patito estuvo en la cancha, entró en el segundo tiempo, tenía el guión aprendido, pero no pasó nada, absolutamente nada... O sí: se lo devoró la jauría. Porque cuando el verano se esfuma, al zoológico le quitan las rejas. Patitos y tortugas conviven entonces con dinosaurios.
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