Un hincha de Huracán le arroja un cartel a la gente de Estudiantes.
Imagen: Pablo Dondero.

Apenas media hora fue lo que soportó la paciencia de los hinchas de Huracán. Su equipo se arrastraba en la cancha luego de un error grosero del arquero Gastón Monzón al comienzo del partido, que le dejó servida la pelota a Juan Pablo Pereyra para darle la ventaja a Estudiantes. Veintitrés minutos después llegó el segundo tanto, esta vez con un cabezazo de Hernán Rodrigo López. Y ya no hubo más fútbol. La violencia ganó la escena y el árbitro Germán Delfino suspendió un encuentro que el visitante ganaba 2-0 y que dejó a la vista la realidad del elenco de Parque Patricios. Luego, los incidentes se trasladaron a la sede, donde hubo enfrentamientos con la policía y un hincha resultó con una herida de bala, aunque está fuera de peligro.

Al borde del descenso directo, los dirigidos por Roberto Pompei salieron al campo de juego a afrontar un partido en el que debían sumar puntos para superar la línea de Gimnasia, el otro equipo comprometido con su promedio que lucha por mantener la categoría. Y la presión fue demasiada para el local. La necesidad se profundizó tras la falla de Monzón y, pese a los intentos en el juego por remontar el resultado, la ausencia de ideas evidenció los problemas de un Huracán que cada vez se hunde más y cosechó así su sexta derrota consecutiva.

Los hinchas no soportaron esa realidad y decidieron suspenderla con las habituales medidas al alcance de la mano. Para hoy quedan a la espera de lo que será el cruce entre Vélez y Gimnasia, en donde los platenses pueden desprenderse de la paridad en el promedio. Por lo pronto, ya Huracán le dejó el camino allanado.