Martes, 20 de septiembre de 2011 | Hoy
DEPORTES › OPINIóN
Por César R. Torres *
A fines del mes pasado, el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, y el presidente del Comité Olímpico Argentino (COA), Gerardo Werthein, anunciaron que Buenos Aires se postulará para organizar los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018. Werthein encuadró dicha candidatura como “el principio de un camino para pensar en una candidatura olímpica en seis o diez años después”. En ese sentido, el paso de la llama olímpica por la Ciudad en ruta a Beijing en abril de 2008 y la obtención de la sede de la asamblea general del Comité Olímpico Internacional (COI) de 2013 fueron articulados como preludio de la candidatura en cuestión.
La postulación de Buenos Aires para organizar los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018, así como la eventual candidatura olímpica que podría promover, forma parte de un interés de larga data por ubicar a la Ciudad, y al país, en el centro del Movimiento Olímpico. Ya en 1909, Joaquín V. González declaraba que los Juegos Olímpicos deberían algún día llevarse a cabo en Buenos Aires. Si bien las autoridades olímpicas nacionales consideraron candidatear a la Ciudad para los Juegos Olímpicos de 1936 y 1940, la primera candidatura consumada fue para los Juegos Olímpicos de 1956, a la que le siguieron postulaciones para los de 1968 y 2004.
A diferencia de los Juegos Olímpicos, la versión juvenil, inaugurada el año pasado en Singapur, es de una escala notoriamente menor que la de aquéllos. Considérese, por ejemplo, que en los Juegos Olímpicos de la Juventud se dan cita sólo un tercio de los 10.500 deportistas que participan actualmente en los Juegos Olímpicos. Por otro lado, los primeros pretenden enfatizar el ideario olímpico y su empeño pedagógico. Para lograrlo, el programa cultural y educativo del evento cuenta, al menos formalmente, con la misma importancia que el programa competitivo. Por todo ello, según Jacques Rogge, presidente del COI, los Juegos Olímpicos de la Juventud ofrecen “a los jóvenes de todo el mundo una plataforma que les animara [sic] a practicar deporte, a llevar un estilo de vida sano y a adoptar los valores olímpicos”.
Tanto los objetivos como la escala de los Juegos Olímpicos de la Juventud sugieren que el evento se ajustaría mejor a las posibilidades organizativas de Buenos Aires, y del país, que los Juegos Olímpicos. En el anuncio de la postulación, Werthein declaró que el do-ssier de la candidatura ya está en preparación. Sería beneficioso que el desarrollo de la candidatura contemple, y corrija, los serios inconvenientes de la organización de los VIII Juegos Sudamericanos organizados en Buenos Aires en 2006, un evento que contó con menos participantes que los que albergan los Juegos Olímpicos de la Juventud. De la misma manera, el COA haría bien en considerar las críticas locales e internacionales a la candidatura porteña de los Juegos Olímpicos de 2004, entre las que figuraban dudas sobre la capacidad organizativa argentina.
Por otro lado, dada la relevancia y la magnitud de los Juegos Olímpicos de la Juventud, sería también importante que el COA genere un consenso amplio en torno de la candidatura e informe periódicamente a la ciudadanía sobre su planificación y administración. Un aspecto especialmente significativo es el costo proyectado y la financiación del evento, ya que es de esperar que las arcas públicas se vean involucradas en la propuesta. Una candidatura transparente y económicamente sustentable será una candidatura creíble.
Finalmente, el COA debería articular claramente cómo los Juegos Olímpicos de la Juventud beneficiarán a todos los jóvenes argentinos. Haciendo eco de las candidaturas olímpicas porteñas pasadas, Werthein declaró que la de los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018 “pondrá a Buenos Aires y a la Argentina en el centro del mundo”. Teniendo en cuenta que en el país menos del 10 por ciento de los niños realiza actividad física fuera del ámbito escolar y casi el 55 por ciento de la población es sedentaria, sería oportuno que la candidatura ponga en el centro a todos los jóvenes argentinos y se transforme en una oportunidad para que tengan acceso a la práctica deportiva sistemática y en condiciones adecuadas.
Después de todo, según la Carta Olímpica, los Comités Olímpicos Nacionales no sólo tienen la prerrogativa de postular a la ciudad candidata para organizar los Juegos Olímpicos en sus países, sino que también deben, entre otras funciones, fomentar el desarrollo del deporte en todos sus niveles.
* Doctor en Filosofía e historia del deporte.
Docente en la Universidad del estado de Nueva York (Brockport).
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