DEPORTES › BOCA SE DURMIO SOBRE LA HORA Y CORINTHIANS LE EMPATO EN LA BOMBONERA

Un paro inesperado a cinco del final

Había jugado mejor el segundo tiempo en esta primera final de la Libertadores y se puso en ventaja con un gol de Roncaglia. El empate de Romarinho lo obliga a ir a definir el título al Pacaembú dentro de una semana.

 Por Facundo Martínez

Cinco años debió esperar Boca para volver a vivir una final de Copa Libertadores en la Bombonera, desde aquel recordado partido en el que el equipo dirigido por Miguel Russo y que tenía a Juan Román Riquelme como principal estrella, derrotara a Gremio por 3-0. Pasaron muchas cosas en el medio, algunas frustraciones, apenas dos campeonatos locales, y una buena cantidad de entrenadores: Ischia, Basile, Alves, Pompei y Borghi, hasta la llegada de Falcioni, prueba de que esos años fueron de desengaño; también fueron muchos los jugadores que llegaron y que pasaron sin pena ni gloria. Ayer, en la cancha, de aquel equipo de Russo se repetían, además de Riquelme, los nombres de Ledesma y Clemente Rodríguez, y se repetía también la ilusión renovada de sus hinchas. La Bombonera era una fiesta.

En ese clima de euforia, Boca salió a jugar ante un Corinthians que lo complicó con poco, sumando dos volantes, Danilo y Alex, a los puntas Emerson y Henrique, para exponer mano a mano a la línea defensiva boquense que debía exigirse al máximo y no perder la concentración. De hecho, la primera falla, de Schiavi (quien en jugada de pelota parada, en el arranque, había metido un cabezazo por arriba del travesaño) fue capitalizada por Paulinho con un remate desde afuera del área que obligó a Orion a desviar al corner. Fue un aviso.

Con más voluntad que ideas, Boca trataba de empujar contra el arco de Cassio, donde tanto Silva como Mouche comenzaban a sentir la dureza de las piernas de los defensores del Timao, que los atendían sin demoras. Y así, sin poder abrir la cancha ni romper por el medio, el gol soñado por Boca para los primeros minutos no llegaba, ni siquiera parecía estar cerca.

Corinthians, en cambio, hacía su negocio y no se complicaba. Cuando recuperaba la pelota abajo, la subía para sus atacantes con pelotazos largos, por arriba de los volantes boquenses. Sin embargo, los hinchas locales se ilusionaron con una tijera de Silva que se desvió en un defensor tras una buena jugada de Riquelme y un centro de Mouche. Pero era poco. Boca necesitaba más de Riquelme y de Erviti, y de Ledesma y Somoza.

Para colmo, una seguidilla de errores arbitrales contribuyó al calentamiento del partido y los hinchas no tardaron en descargar su bronca contra el árbitro chileno Enrique Osses y sus colaboradores.

Para el complementario, Boca salió con otra actitud y mucha más claridad y entonces sí consiguió ejercer presión sobre el conjunto visitante, que se defendía bien, pero prácticamente resignaba su juego ofensivo.

A los 60 minutos, Boca construyó su mejor jugada, con una buena combinación por la izquierda entre Erviti, Riquelme y Mouche, que terminó con un remate del delantero dentro del área a las manos de Cassio. Esa explosión del arranque fue mermando con el correr de los minutos, y entonces Boca comenzó a desesperarse y a entretenerse con los más mínimos detalles: el tiempo que hacía el arquero del Timao y que el árbitro no atinaba ni siquiera a registrar.

Con Boca en esa sintonía errática, Corinthians aprovechó para sumar su segunda chance de gol, en una jugada aislada, tras un centro de Paulinho por la derecha que Danilo cabeceó por arriba del travesaño. Igual Orion estaba atento.

Doce minutos más tarde de aquel disparo de Mouche, Boca consiguió lo que anhelaba, en jugada de tiro de esquina. Ejecutó Mouche, Caruzzo la bajó de cabeza y Silva, de palomita, la metía en el arco de no ser porque un defensor brasileño le tapó el remate con la mano. Era penal, pero no importó, porque Roncaglia tomó el rebote y reventó el arco de Cassio para poner el partido 1-0 y desatar la euforia de los hinchas locales.

Falcioni apuró sus cambios para dar por terminado el trámite y la apuesta no salió bien. No terminaban de acomodarse los ingresados Rivero y Viatri cuando Emerson recibió de espaldas al arco y habilitó con un pase profundo a otro recién ingresado, Romarinho, quien sólo frente a Orion definió con sutileza para igualar el marcador. La última fue para Boca, estuvieron cerca Viatri y Cvitanich, pero el arco se les cerró, por pura justicia, quizá para obligar al equipo a dar un poco más en la revancha.

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Mouche no lo puede creer: se perdió el gol del triunfo a muy poquito del cierre del partido.
Imagen: Télam
 
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