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Después de su exigente y angustiante defensa ante el mexicano Felipe Orucuta en el Luna Park, Omar Narváez espera tener hoy una noche bastante menos agitada. En principio, el japonés Hiroyuki Hisataka no da la impresión de ser un retador complicado. Pero peleas son peleas y habrá que ver lo que pasa cerca de la medianoche, cuando en el Gimnasio Municipal de Trelew, y con televisación en directo de TyC Sports, el chubutense haga la octava defensa de su título supermosca de la Organización Mundial.

El record de Hisataka no es para enorgullecerse: perdió 10 de sus 33 peleas (ganó 22, 10 antes del límite). Y de sus últimas diez salidas profesionales, fue vencido en cuatro. De todos modos, no es un recién llegado al nivel más alto del boxeo internacional. A sus 28 años, ya ha peleado dos veces por sendas coronas mundiales (mosca y supermosca de la Asociación), cayendo en ambas. O sea, es un rival de ocasión traído especialmente para que Narváez pueda vencer y convencer ante su gente.

A sus 38 años, es cierto que el mejor tiempo del chubutense parece haber quedado atrás. Pero lejos está del ocaso: su talento y su inteligencia de peleador (y una cuidada selección de adversarios) le permiten seguir dando batalla, a pesar de que sus manos están resentidas y además, en supermosca, ya no duelen como solían hacerlo cuando mandaba entre los moscas. Lleva ya Narváez once años largos como campeón del mundo y el de hoy será su 27º combate por un título en juego, algo que nadie ha conseguido en la historia del boxeo profesional de la Argentina.

Con un record de 39 triunfos (20 antes del límite), 1 derrota y 2 empates, el chubutense piensa en su futuro: en 2014 no descarta volver a trepar a los gallos y desafiar al campeón de la AMB, el panameño Anselmo Moreno, como alguna vez lo hizo con el filipino Nonito Donaire, quien en 2011 le infligió la única derrota de su campaña. Pero antes, esta noche, deberá superar al japonés Hisataka, una meta que en la previa de la pelea no parece demasiado difícil de lograr.