Martes, 15 de abril de 2014 | Hoy
DEPORTES › EL QUE FUERA UN GRAN EQUIPO DE FúTBOL, ANTE LA EVIDENCIA DE SU DECADENCIA
Dos derrotas consecutivas hablan menos de la crisis que del desgaste general de un conjunto que parecía invencible y que hoy muere tirando centros. Ya se habla del posible sucesor de Martino y se discute a Messi.
Por Sebastián Fest
El Barcelona, aquel equipo que maravilló al mundo del fútbol, acelera en la recta final de la apatía. Se huele, se palpa y se siente el “fin de ciclo”, tema “tabú” para los catalanes durante tanto tiempo. De aquel gran equipo queda cada vez menos. “Ahora no existe una crisis semanal, ahora lo que se vive es una crisis de las gordas”, sintetizó La Vanguardia, que definió a los azulgranas como “un equipo zombie”.
“Cuando ni la Liga motiva una reacción es que falta espíritu de superación, implicación, orgullo, rebeldía y fortaleza mental”, añadió el diario apuntando a la desconcertante derrota del Barcelona ante el Granada en la noche del sábado.
Los diarios deportivos catalanes coincidieron en apuntar al entrenador Gerardo Martino. Mientras Mundo Deportivo tituló con “Tataclismo”, Sport fue más allá: “Adiós Liga”, “Adiós Tata”.
Las críticas hacia el argentino se intensificaron en la última semana a partir de la eliminación con derrota ante el Atlético de Madrid en los cuartos de final de la Champions League.
No se le perdona que sacara del partido a Andrés Iniesta a los 72 minutos en el choque con los rojiblancos, aunque hasta entonces Iniesta hubiera ofrecido poco. No se le entendió –o quiso entender– qué quiso decir cuando explicó en Madrid que aspiraba a un Lionel Messi que participara menos en la jugada pero estuviera más afilado en la definición.
Martino comenzó a firmar su sentencia cuando dijo que entendía que se lo criticara más por no ser “catalán ni holandés”. Lo dijo en septiembre, cuando su equipo sumaba victoria tras victoria y las críticas sólo podían apuntar a detalles.
Ahora no. En el final de una temporada enloquecida, el Barcelona confirma que Martino podrá equivocarse en tal o cual alineación, enmudecer al costado del campo cuando los partidos se complican o meterse en innecesarios enredos por su –sana– costumbre de ser sincero y directo ante los medios. Todo eso sucede, sí, pero el gran problema del Barcelona hoy pasa por unos jugadores a los que pareciera que ya nada los motiva.
Ejemplo: llegaban al partido con el Atlético el miércoles y al del Granada el sábado con la obligación de anotar y ganar para seguir adelante en la Liga de Campeones y como dueños de su futuro en la Liga Española. ¿Qué sucedió? Ciento ochenta minutos de juego sin mover las redes, dos partidos que comenzaron sin interés aparente por jugar.
Hay que remontarse a 2008 para encontrar dos derrotas consecutivas del Barcelona sin marcar goles. Fue en los albores de la “era Guardiola”, un hombre que supo motivar a los jugadores al máximo y que se fue cuatro años después cuando vio que esos mismos hombres le respondían cada vez menos.
El desconcierto en el Barcelona es total. Ya no está Sandro Rosell, el hombre que trajo a Martino, y que debió dejar la presidencia del Barcelona en medio de las oscuridades del contrato de Neymar, uno de los pocos que parece seguir teniendo interés por jugar y ganar. Martino, así, está solo, porque su interlocutor más cercano, el director deportivo Andoni Zubizarreta, también está en la mira por su política de planificación de las contrataciones.
Mientras el Barcelona confía en encontrar una salida para la sanción de la FIFA que le impide fichar por un año, el equipo muestra una descomposición de estilo y un desinterés asombroso por plantarse como dueño del partido ante el rival de turno.
“¡El Barça ahora es inglés!”, se asombraron los comentaristas del Canal+ tras una sucesión de centros del Barcelona, un recurso casi inexistente en la era de los 14 títulos en cuatro temporadas. Centros frecuentemente mal tirados para un equipo de escasa altura y siempre dominado en ese aspecto del juego, que no es el suyo.
Certificación del fracaso de una idea en la que Martino insistió una y otra vez en sus primeras semanas en el Barcelona: recuperar la “presión alta”. Con ella, el Barcelona defendía ya a partir de sus delanteros y no exponía a su defensa, porque difícilmente los rivales llegaran con la velocidad, limpieza y peso con que lo hacen hoy.
Pero para que la “presión alta” funcione se necesitan jugadores implicados al ciento por ciento en lo mental y lo físico. Ya no es el caso, destaca El País, que ve “un equipo triste, melancólico, sin corazón ni cabeza, abandonado por la fortuna, expuesto a la adversidad, con todas sus figuras señaladas: no puede Martino, no se sabe Messi, no acierta Neymar”. Más dura fue la síntesis de El Mundo, que define al equipo que supo encandilar al “planeta fútbol” como “una vieja atracción de feria esperando a que la desguacen”. Incluso si mañana vence al Real Madrid para llevarse el menor de los títulos, la Copa del Rey.
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