Jueves, 5 de junio de 2014 | Hoy
DEPORTES › OPINIóN
Por Adrián De Benedictis
A lo largo de la historia, el seleccionado argentino de fútbol ofreció diferentes matices en relación a su estructura interna. Cuando faltan pocos días para el debut en una nueva Copa del Mundo, la Argentina versión 2014 volvió a trastabillar como les sucedió a sus antecesores. El episodio ocurrido con Ezequiel Lavezzi la semana anterior, cuando evitó un control antidoping dispuesto por la FIFA aduciendo problemas personales y se fue de la concentración la noche previa, no sólo disparó sospechas sobre el propio jugador, sino que también convulsionó el ambiente en Ezeiza.
Pero el volcán terminó de explotar con la salida sorpresiva de Ever Banega, un tema que rápidamente acaparó la atención de todos los argentinos, aún más que cuestiones sociales urgentes. El técnico Alejandro Sabella sólo adujo temas futbolísticas para prescindir del volante de Newell’s, aunque nadie se atrevió a ir más allá para detectar otros puntos fundamentales.
La Selección siempre ha tenido un líder natural, que desde la cancha encabeza todo lo que ocurra ahí y también afuera. Maradona ha sido tal vez el reflejo más fiel. En este caso, Lionel Messi cumple ese rol y no sólo por llevar la cinta de capitán, también por la ascendencia que tiene sobre el resto, e incluso sobre el propio Sabella. Banega pertenecía al círculo más cercano que rodea a la estrella del Barcelona, de la misma forma que Lavezzi. Sin ir más lejos, se mencionó en alguna oportunidad la chance de que el ex San Lorenzo se sume al equipo catalán, algo que finalmente no sucedió y pasó a la liga francesa.
Como Sabella escucha con atención las sugerencias que puede brindar Messi, más allá de la táctica, fue firme en su decisión de no convocar a Carlos Tevez a cambio de la paz requerida. Y cuando tenía decidido por propia convicción que Lavezzi fuera uno de los tres marginados por aquella desprolijidad de eludir el control, nuevamente Messi habría tomado protagonismo para que el delantero permanezca en el plantel. En este caso, también acompañado por el subcapitán Javier Mascherano.
La debilidad de Sabella iba in crescendo, y ante esta situación tenía que mostrar una determinación de carácter ante los futbolistas. Si bien Banega no cumplió un gran semestre en el conjunto rosarino, nadie sospechaba que podía quedarse afuera, si hasta se lo señalaba como el reemplazante directo de Fernando Gago en la mitad de la cancha, si el de Boca seguía padeciendo con su físico.
Las marcas pueden ocultarse pero nunca borrarse. Y estos hechos podrán ser llamados si los pasos que se dan no son firmes. El clima ha cambiado en el seleccionado cuando el gran objetivo está cerca. Los cimientos tambalearon, y sólo una seguidilla de triunfos en Brasil dejará atrás estas imágenes.
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