Domingo, 29 de junio de 2014 | Hoy
DEPORTES › LA PATRIA TRANSPIRADA (24 PULGADAS, EN REPOSO)
Afanémosle al poeta Julio Huasi –entrañable voz de los sesenta– la categoría, el título de “Los increíbles”. Después de todo, porteño y futbolero, el cantor de Yanquería le dedicó uno de sus increíbles a los botines de Tucho Méndez. Así que no es tan irrespetuoso ni descaminado usar la categoría poética acá, en esta crónica que trata de encontrar cada vez el tono para comentar sucesos / emociones / nombres / circunstancias de un Mundial en octavos y saturado de estímulos.
Increíble de Hulk (sin ironías): fue uno de los mejores de un Brasil sin luces –metió, desbordó, tiró bien y mucho al arco, hizo un gol que le anularon pero que sigue siendo discutible– y, sin embargo, protagonizó dos minitragedias a las que sólo un hombre verde como él podrá sobrevivir: regaló el primer gol chileno y erró su penal en la definición. Como Brasil ganó, su muñequito verde no será alfiletero preferido de los macumberos. Pero estuvo ahí.
Increíble de Alexis: también de los mejores, lejos, en este caso de Chile: hizo el gol y mil gambetas positivas. Pero también tuvo dos gestos puntuales poco afortunados: uno, casi imperceptible, simbólico, fue después de la mejor jugada ofensiva del partido, a mediados del segundo, cuando, tras el toque maestro de Arturo en pared, Aránguiz no pudo: era el 2-1. En ese momento, con Brasil regalado futbolística y espiritualmente, Alexis recuperó una pelota en el medio, tirado a la izquierda, y en lugar de ir hacia adelante a buscar más, la tocó atrás, al increíble Medel & Co. Ahí Chile –demasiado temprano– empezó a esperar los penales. Y se le notó. El otro gesto fatal –claro que sí, pobre Alexis– fue precisamente el penal que le atajó JC.
Increíble de los palos: palo uno: el mejor gol del Mundial hasta ahora lo hizo uno de los mejores jugadores del Mundial hasta ahora: James Rodríguez. Pechito fuera del área, giro, volea, travesaño y pique medio metro adentro. Palo dos: cuando faltaba casi nada, en una de las pocas contras de Chile, Pinilla tiró de afuera del área y JC no llegaba. Fue travesaño. Palo tres: el quinto penal de Chile lo tiró Jara, que iba tranqui y lo pateó ídem, a la izquierda de JC, que se volvió a tirar bien, pero no llegaba: palo y hacia adentro, sí. Pero no adentro... Chile afuera. ¿Cuántos centímetros más o menos determinaron que la de James y la de Jara fueran o no fueran lo que fueron?
Increíble de José: ya el equipo de Pekerman está en cuartos y –quedó dicho antes y se reafirma acá y ahora– nos gusta Colombia y nos alegra que pase jugando así: si el primero fue todo de James, el segundo fue una obra maestra colectiva. Sin embargo, ¿por qué tanto cálculo una vez que consiguió la ventaja? ¿Por qué no defenderse con la pelota en lugar de darle todo el campo al rival? ¿Por qué esa imagen, durante media hora, de equipo que mira el reloj? Con Brasil, eso puede ser fatal.
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