Viernes, 21 de noviembre de 2014 | Hoy
DEPORTES › OPINION
Por Claudio Morresi *
Los clubes de barrio fueron un apetitoso bocado que el neoliberalismo de los ’90 intentó devorarse. Los terrenos donde estaban emplazados estos espacios deportivos y culturales se constituían en lugares estratégicos para el negocio inmobiliario que se planteaba en esas épocas. Hay que tener en claro además que, para los ideólogos de esos tiempos, era sumamente importante derribar los valores comunitarios, educativos y de integración social que nacen y se reproducen en los clubes barriales y que se oponen al individualismo y la sumisión al mercado que ellos proponían.
Las leyes ya promulgadas de los Juegos Evita y de la creación del Enard junto con la de Clubes que va camino a promulgarse son una demostración clara y contundente de un tiempo distinto. Un tiempo en el que el Estado pone el eje en las personas, ampliando sus derechos sociales, entendiendo el deporte como un instrumento más de desarrollo humano y social.
Alrededor de 3000 clubes en todo el país se encuentran relevados y con su documentación en regla. Se estima que, a partir de esta ley, otra suma similar estará incluida en el Registro Nacional de Clubes de Barrio, protegiendo de esta manera los derechos de quienes practican actividades deportivas y culturales. Derechos que permitirán que un gol, una clase de patín o una obra teatral puedan ser realizados por todos los que habitan el suelo de nuestra patria.
* Secretario del Observatorio Nacional de Deporte y Actividad Física.
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