El lema futbolero dice que un equipo ganador no debe tocarse. Mucho menos si en el debut del torneo Sudamericano Sub-20 que se juega en Colonia, Argentina había goleado a Ecuador. Sin embargo, Humberto Grondona no acordó con este premisa, dijo que terminó enojado porque el equipo recibió goles por errores propios y decidió sacar al arquero de River, pretendido por Real Madrid, Augusto Batalla, e hizo ingresar en su lugar a José Devecchi, de San Lorenzo. La otra variante fue por lesión: afuera Leonardo Rolón, adentro Nicolás Tripichio, ambos de Vélez.

Con este panorama, y un esquema bien ofensivo, el equipo argentino intentó adelantarse en la cancha y arrinconar a su rival desde el comienzo. Pero los planes cambiaron rápidamente cuando, a los seis minutos de la primera etapa, el seleccionado paraguayo se puso en ventaja con un cabezazo de Cañete. El futbolista del Atlético Madrid aprovechó la pelota que le había bajado Escobar a la salida de un tiro libre.

Con la ventaja, los paraguayos se replegaron y Argentina se adelantó, aunque sin mucha creatividad. La ambición del comienzo se potenció con la salida de Compagnucci, volante de recuperación, y el ingreso de Contreras, delantero de San Lorenzo, con sólo 15 de minutos de partido. Entre tantos futbolistas con vocación de gol, el que se mostró más ambicioso y movedizo fue Espinoza, que tuvo algunas aproximaciones pero no pudo concretarlas.

En el complemento, Paraguay casi no pasó la mitad de cancha y con el equipo argentino muy desordenado. Simeone tuvo la última pelota en el final, pero Echagüe evitó el gol.