En el cierre de la primera fecha, Estudiantes le ganó 1-0 a Arsenal, en Sarandí, con gol de Israel Damonte en un partido marcado por la especulación, la fricción y la apuesta a la pelota parada. Y en ese rubro el conjunto platense siguió demostrando que es un especialista.

De entrada el conjunto visitante mostró más vocación ofensiva e intentó jugar el partido lo más lejos posible de su arquero Navarro. Mientras que los dirigidos por Palermo esperaban las embestidas con dos líneas de cuatro bien compactas y buscaban aprovechar con pelotazos los casi dos metros de su centrodelantero Iván Rásic. A los 10, por esa vía, el ex Gimnasia avisó de cabeza y unos segundos después Hilario Navarro le ahogó el gol a Muñoz con una salida rápida. En el minuto 16, Ezequiel Cerruti, el más movedizo de la cancha, aceleró, desairó a Correa y cedió para Carrillo, que falló en la definición.

Más allá de las aproximaciones, en el encuentro sucedía muy poco. Auzqui y Barbona no pesaban por los costados y los dirigidos por Pellegrino extrañaban la conducción de Joaquín Correa, transferido al fútbol europeo. Ninguno arriesgaba mucho, se respetaban como en una pelea de boxeo donde no se quiere tirar el primer golpe porque el contraataque puede ser letal. No obstante, Estudiantes encontró el tanto de la apertura con su fórmula predilecta: la pelota parada. El pie zurdo de Gil volvió a buscar la cabeza de Desábato, obstruyeron al defensor y en la segunda jugada, con un nuevo centro de Gil, llegó el gol de Damonte con una media tijera.

En la etapa complementaria creció la figura de Cristian Chávez, uno de los debutantes en el conjunto local. El ex Boca se hizo cargo de la creación, ayudado por Ramiro Carrera, pero a sus compañeros en la ofensiva les faltó peso para doblegar una defensa con mucha experiencia y muy fuerte en el juego aéreo. Con orden, entrega y siguiendo su manual, Estudiantes se llevó tres puntos muy valiosos del Viaducto.