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¿Qué hacemos con Chacón?
Por Daniel Guiñazú
Pablo Chacón dejó escapar una de las últimas chances (¿o la última?) que le quedaban para seguir prendido a lo más alto del boxeo mundial. Perdió por nocaut técnico en el 10º round ante el húngaro Janos Nagy y ratificó su perfil inmodificable de boxeador lagunero, discontinuo y vago. Es cierto que el final del combate disputado ayer en Szonlock, Hungría, por el título intercontinental de los liviano juniors de la OMB, estuvo rodeado de la mayor de las polémicas. Pero si bien es real que a Chacón lo robaron, no menos lo es que hizo todo lo posible para que lo roben.
El mendocino estaba ganando. Pero ni él parecía convencido de su triunfo. Había caído por un presunto golpe bajo en el 4º round, había pasado a dominar del 5º al 7º asalto a partir de la dureza de su izquierda en gancho al hígado y en uppercut a los planos altos, lo había hecho sangrar de la nariz a Nagy (58,550 kg) y en lugar de acelerar para afirmar definitivamente su superioridad, prefirió hacer lo de siempre, como siempre: reposar y tomar a través de su boca entreabierta, el aire que le faltaba a sus pulmones exhaustos.
En la 8a vuelta, Chacón (58,850 kg) recibió otra mano debajo de la línea del cinturón y el árbitro le descontó un punto a Nagy. Y en el 10º pasó lo que nadie esperaba: Nagy aplicó otro golpe bajo y Chacón se precipitó a la lona como si un rayo le hubiera fulminado la entrepierna. Mientras el mendocino se retorcía de dolor, una comedia de errores sucedía a su alrededor. Osvaldo Rivero, el manager de Chacón, y su hijo Sebastián, pedían a los gritos la descalificación de Nagy sin saber que ese fallo no existe en los reglamentos de la OMB. Y el árbitro hacía señas de que el puñetazo había sido reglamentario y desconfiaba de las contorsiones de Chacón. Debió haberse recurrido a las tarjetas para zafar del entuerto. Pero se optó por el peor camino: después de más de 20 minutos de cabildeos, se le dio la victoria a Nagy, a pesar de su golpe prohibido.
Dio toda la impresión de que el mendocino exageró tratando de sacar una ventaja que le permitiera encontrarle un atajo a su fatiga y que la picardía le salió mal. Pero es imposible establecerlo a la distancia. Lo único que queda claro luego de este nuevo traspié del boxeo argentino es que a Chacón, la derrota le atrasó todos los planes: si ganaba, podía aspirar a una pelea por el título que, más temprano que tarde, “Popó” Freitas dejará vacante para irse a pelear como liviano. Como perdió, su carrera es una incógnita que ni el propio Chacón parece en condiciones de poder resolver.