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Finalmente, Manuel Pellegrini “seguirá en su cargo” de entrenador de River pese a los duros cuestionamientos que recibió de los hinchas tras la derrota del domingo ante Boca y que amenazaron con arrastrar hasta a los propios dirigentes. La continuidad hasta junio del 2004 –término de su contrato– fue confirmada ayer por el titular riverplatense, José María Aguilar, luego de una reunión de tres horas entre los dirigentes y el técnico, en el estadio Monumental. Así que, pese a todo, el ingeniero sigue.
Aguilar hizo el anuncio en una conferencia de prensa en la que expuso las razones por las que se resolvió “ratificarle la confianza” al entrenador chileno, aun cuando todavía no se acallaron los ecos de los insultos a él y a sus jugadores luego de la derrota del domingo. Tras el partido, Pellegrini había dicho que para River se avecinaban “tiempos peores”, con derrotas incluidas, ante lo que ayer Aguilar respondió –o interpretó– que el técnico había querido “dar un diagnóstico descarnado” de la situación. Y agregó: “Pero los que somos de River esperamos muchos más triunfos que derrotas”, enfatizó.
El presidente aseguró, además, que a Pellegrini lo encontró “entero y con la tristeza propia luego de una derrota”, pero con “la solvencia necesaria para seguir liderando este proceso futbolístico”. Ante las versiones de que el técnico les habría ofrecido a los dirigentes dar un paso al costado, Aguilar recordó que “en febrero de este año, tras la derrota con Vélez, Pellegrini ya había dicho que si se tenía que ir lo iba a hacer sin ningún perjuicio económico para el club, así que no tenía sentido repetir eso”.
En ese punto Aguilar se detuvo para precisar el significado de esa actitud: “No es presentar la renuncia. Es otra cosa. Por eso Pellegrini dejó aclarado que solamente se iría si en el camino había una connotación política, cultural, periodística o presiones de los socios e hinchas que le resultaran intolerables, ya que no está atado al asiento”.
También Aguilar desmintió “rotundamente” que haya hablado con Alfio Basile y con Daniel Passarella, o que se haya barajado la posibilidad de que la dupla Leonardo Astrada y Hernán Díaz suceda a Pellegrini “al menos hasta fin de año”.
Cuando se le preguntó si estaba conforme con la labor de Pellegrini, Aguilar apeló a la ironía: “Desde enero para acá ocurrieron muchas cosas como, por ejemplo, un tema menor que pasó absolutamente desapercibido: River salió campeón. Y la otra cuestión relevante es que al técnico se le renovó el contrato”. Y como para dejar más en claro aún el respaldo a Pellegrini, el presidente dijo que “existen méritos suficientes como para que este hombre siga conduciendo a River, porque es una persona honorable, seria, rigurosa, muy comprometido con su tarea y con el desarrollo institucional”.
Todo este “revuelo” que se armó ayer en el hall central del club, donde un centenar de hinchas pidió “que se vayan todos”, para Aguilar es “una cuestión cultural”. Y lo explicó aquí: “Acá se vive en una profunda contradicción entre lo que significa escribir, pontificar y hablar por un lado, y creer en la vigencia de los contratos y los proyectos por el otro. Y los que nos atacan, pretenden ser lo suficientemente incisivos como para buscar que esos conceptos, esa filosofía, no se cumplan”, apuntó.
Sin embargo, algunos entretelones de la reunión trascendieron a la prensa, hablan de una reunión entre los dirigentes y Pellegrini con picos de tensión, como cuando el chileno se puso firme porque consideraba “injusto” ser arrastrado él solo por esta corriente derrotista. En algún momento del encuentro, el ingeniero, sin perder la calma, le habría dicho a Aguilar que él no era “culpable de haber traído a un jugador lesionado (Marcelo Salas) y a otro que no había pedido (Marcelo Gallardo)”. Y habría aclarado que los había aceptado en el plantel “por un pedido expreso de la Directiva”. Y en ese punto, a la hora de exigir más que pedir un respaldo, el técnico dejó picando algo así como “favor con favor se paga”.
Lo concreto es que Pellegrini continuará al frente del equipo cuando casi todo el mundo futbolístico apostaba a que su cabeza iba a rodar después del 0-2 del Superclásico, algo que se agrava si se tiene en cuenta que, a juzgar por la actuación del domingo, varios de sus jugadores referentes parecen darle la espalda.