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Con una gran actuación de Marcelo Gallardo, que jugó apenas una hora pero le bastó para convertir dos goles, uno de ellos una joyita, River venció al San Pablo en el partido de ida de una de las semifinales de la Copa Sudamericana y afrontará con espíritu la revancha, el miércoles próximo, en el estadio Morumbí. “Fue un partido increíble”, señaló Gallardo.
El arranque del partido, los primeros quince minutos, fueron un concierto ideal para que los hinchas de River volvieran a enamorarse del equipo que tan pocas alegría le brindó en los últimos partidos, un despliegue que incluyó toques, mucha movilidad, circulación de pelota y hasta algunos lujos. Y la satisfacción era mayor porque el regreso de Gallardo, tras más de tres meses sin jugar en Primera, se producía al más alto nivel.
Cuando el ex volante del Mónaco tomó la pelota en el borde derecho del área del San Pablo, River ya había hecho méritos en diez minutos para ponerse en ventaja: se lo había perdido Maxi López con un cabezazo tras un centro milimétrico de Montenegro, y un instante después fue el propio volante el que aprovechó una pelota mordida para eludir dos defensores en el borde del área y sacar un remate picado que terminó en corner.
Gallardo vengó esas chances perdidas con su golazo: arrancó desde la derecha, amagó para desairar a dos rivales y se encontró con un hueco enorme en la medialuna. Pisó hacia adentro, se acomodó y sacó el zurdazo sensacional que ni la estirada de Rogerio Ceni pudo detener. Era el broche ideal para un regreso esperado.
El mismo Muñeco tuvo un tiro libre sobre el cuarto de hora para aumentar la ventaja, pero pareció que River elegía desembragar y seguir con el envión. Sus jugadores seguían perdiéndose goles, como el que marró Pereyra tras varios toques en el área, rematando cruzado apenas desviado.
El San Pablo, que eligió jugar con un solo delantero como síndrome de la precaución, lo interpretó como una señal para animarse. Luis Fabiano se perdió por dos veces consecutivas el empate, primero pegándole mal y luego errando, con el arco vacío, una habilitación de Nery. Y el empate, finalmente, llegó, cuando tras un caño de Jean a Coudet, el habilidoso Nery, desde afuera del área, ensayó un tiro bombeado. La pelota le pegó a Ahumada, descolocó a Costanzo, y se metió en el primer palo.
River no sintió el golpe. Tras la reanudación, Gallardo pateó un tiro libre que pegó en la barrera y agarró al arquero patinando en la lluvia. Allí se acabó el partido, porque los brasileños no reaccionaron. Pellegrini prefirió cuidar al volante, cambiándolo por Domínguez, y Barrado aumentó al ratito al conectar, entrando por el medio, un centro bajo de Lucho González. El local siguió in-sistiendo, pero al final se conformó con la ventaja lograda.