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Reprimir o negociar
Por Luis Bruschtein
Hay dos posiciones: represión o negociación, y la combinación es casi imposible porque cualquier forma de represión puede derivar en una catástrofe que cierre las puertas a cualquier negociación. Se reprime o se negocia, así están las cosas.
En alguna medida el dilema es muy parecido al que se planteó en días previos a los golpes de Estado. En el siglo pasado este dilema siempre se resolvió de la misma forma: con el golpe. Y la aplicación de la coerción máxima por parte del Estado, como son las dictaduras, aun cuando algunas fueron más o menos controladas, produjo una acumulación de tensiones y una cultura política que sólo dejaba espacio para la violencia.
Desde los medios más conservadores se incentiva en forma irresponsable a la represión. También lo hicieron en otras épocas. Y hay dos panoramas posibles: el de ahora, con una ciudad atormentada por el permanente caos de tránsito y cortes de ruta. Y el que se provocaría si se hace caso a estos medios: un escenario al que habría que sumar muertos, heridos, presos, incendios, roturas y desmanes además de las marchas y los cortes.
Y como los piqueteros existen, no los inventó Toni Negri ni los partidos de izquierda, la espiral de violencia no haría más que aumentar la violencia.
Un país que está empezando a salir de una de las crisis más graves de su historia no está en condiciones de elegir el mejor de los escenarios. Puede plantearse proyectos y elegir los escenarios menos malos. Porque las decisiones que se toman hoy ya empiezan a delinear ese proyecto futuro que puede ser estamentado y autoritario o puede ser democrático.
A nadie, ni siquiera a los piqueteros, le gustan los piqueteros. Porque son la expresión del drama de la desocupación. El piquetero quiere ser trabajador, no quiere ser piquetero toda la vida. Y el piquetero que no sienta así es porque asumió como propia la ideología del neoliberalismo que lo convirtió en desocupado crónico y aspira a que siga así.
Las políticas neoliberales convirtieron a los piqueteros en un sujeto social que antes no existía en la Argentina. Los impulsores de esas políticas hubieran preferido que no se organizaran ni protestaran, que asumieran con resignación la condición de excluidos. No les molesta que haya desocupados, pero les indigna que protesten.
Como consecuencia del neoliberalismo, los piqueteros forman parte de la realidad argentina y son protagonistas importantes. Como a todos los protagonistas de esa realidad, desde los empresarios y los comerciantes, hasta los estudiantes o los trabajadores, aun quien no esté de acuerdo con ellos tiene la obligación de escucharlos y tratar de encontrar soluciones compatibles con ese desacuerdo. Eso se llama negociación.