DEPORTES › BOCA TARDO 5 HORAS DESDE EZEIZA HASTA LA BOMBONERA
Larguísima vuelta olímpica
Miles y miles de hinchas saludaron a los jugadores en el trayecto hacia la cancha, en donde cerraron los festejos, enlutados por la tragedia cuando un auto atropelló y mató a dos aficionados.
Por Facundo Martínez
El recibimiento del plantel de Boca, que arribó al país tras la obtención de la Copa Intercontinental ante el Milan en Japón, fue sencillamente impactante. Miles de personas, grandes y chicos, familias enteras, vestidos con los colores del club, cantando y agitando banderas; a pie, en bicicletas, en autos, en todo tipo de vehículos, acompañaron el recorrido del micro que transportó a los campeones desde el aeropuerto de Ezeiza hasta la Bombonera, tras largas cinco horas de recorrido entre bocinazos y emociones. Impactante fue ver cómo los jugadores, vestidos con kimonos y vinchas japonesas, y los integrantes del cuerpo técnico se emocionaban al compartir las Copas, exhibidas sobre las ventanillas frontales, desde las que también se podía ver al entrenador Carlos Bianchi, a Carlos Tevez, Rolando Schiavi y Diego Cagna, y las alegrías con sus seguidores, a quienes desde sus asientos, o parados en los pasillos, los jugadores fotografiaban con sus camaritas digitales, compradas para la ocasión.
El recorrido del micro fue algo imposible. Los trastornos ocasionados en las autopistas Ricchieri y 25 de Mayo fueron también descomunales. A medida que el micro avanzaba, generalmente a paso de hombre, cada vez más hinchas se sumaban al festejo. Pasadas las primeras dos horas, todos los carriles de la autovía fueron prácticamente tomados por los fanáticos boquenses, quienes trepados, por ejemplo, a una autobomba –en la que sobresalían varias chicas en bikini con los colores del club–, o sobre las cajas de carga de camiones y camionetas, o asomando sus torsos por las ventanillas de sus vehículos, convirtieron el camino en un verdadero carnaval, en el que no faltaron las menciones y las dedicatorias a los de River. “Es la cancha más larga del mundo”, sugirió un hombre que llevaba a varios chicos en su alta camioneta, todos de azul y amarillo. Y había que darle crédito: alrededor del micro todo era canto, baile, risas, burlas y bocinazos.
Ya en la ciudad, siguieron sumándose hinchas. Desde los guard-rails de seguridad de la autopista 25 de Mayo saludaban a la extensa caravana, que al llegar a la bajada de la avenida 9 de Julio se fue dividiendo por las distintas salidas, producto de las distintas versiones del recorrido que haría el micro hasta llegar al estadio. Al Obelisco, a la Plaza de Mayo... Nada de eso: finalmente el micro giró a la derecha y tomó por la avenida Belgrano hasta el bajo, y por Paseo Colón hasta La Boca. Desde las oficinas y los comercios, muchos salieron a la calle para acompañar a los hacedores de la hazaña, aunque más no sea por unos metros.
La inmensa marea de hinchas obligó a los dirigentes a abrir las puertas de la Bombonera, donde los jugadores, extenuados por el largo periplo, caminaron su merecida vuelta olímpica: habían llegado a las 18.45, tardando cinco horas para cubrir 35 kilómetros. Siguió el típico “avioncito”, el aterrizar de los protagonistas sobre el césped del campo de juego, y el final de una larguísima jornada. El día de ayer quedará en la memoria futbolera como el día en el que los hinchas de Boca, desde Ezeiza hasta la Bombonera, ocuparon las calles para refrescar eso que se dice de ellos: que son la mitad más uno.