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Mediocres y menesterosos
Por Diego Bonadeo
Dieciocho años atrás, semanas antes de la definición del Mundial de México en 1986, el compañero Juan José Panno instaba en el entonces matutino La Razón a que el seleccionado nacional obedeciera más a su historia que a su técnico. Sin necesidad de debatir por entonces el significado de “historia”, el equipo argentino ganó la Copa del Mundo a pesar de su entrenador Carlos Bilardo, y acordando tácitamente con Panno en la memoria futbolera que muchas veces no sabe de resultados.
Uno piensa que en la Eurocopa, con Portugal, Grecia, República Checa y Holanda como semifinalistas, aparecerán los que siempre explican y nunca disfrutan, tratando de “descifrar” los intrincados vericuetos que llevaron a las eliminaciones tempranas de los cuatro ex campeones mundiales –Italia y Alemania lo fueron tres veces, Francia e Inglaterra una vez cada uno– y de España que, vaya a saber uno por qué razones, salvo, para los argentinos, el idioma e inmigración, integran un tan arbitrario como inexplicable quinteto de “históricos”. Francia nunca lo fue hasta su campeonato de 1998. Inglaterra, solamente por su victoria en 1966 y por haber, supuestamente, inventado el juego y luego darle organicidad en sus comienzos “federativos”.
Otro debate, que seguramente los que explican y no disfrutan no darán, es el de “obedecer a su historia” de Panno. Independientemente de que Alemania haya presentado quizás el peor de sus seleccionados de los últimos tiempos, que Italia haya quedado afuera pese a que su selección nacional haya mostrado, de a ratos, atributos que en la Liga local prácticamente parecen desterrados por el resultadismo, que Francia e Inglaterra hayan quedado lejos de lo que sus jugadores demuestran poder hacer cada fin de semana en sus clubes y que la eliminación de España –una vez más... y van– no puede sorprender a nadie, da bronca la falta de memoria del seleccionado holandés. El que casi sin intermitencias desde 1974 –quizá la excepción haya sido la del Mundial de 1978– entregó al mundo durante 30 años selecciones y jugadores para regodearse y aprender, en esta versión portuguesa parece haber dejado de lado su memoria, para aferrarse al fútbol utilitario de la mayoría de mediocres y menesterosos.