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Van a venir por José
Por Diego Bonadeo
A contracorriente de la cultura de los “códigos”, que demasiado innecesariamente entorna el mundillo del fútbol, el “Rifle” Fernando Pandolfi puso las cosas sobre la mesa, a riesgo de tener que aguantarse el martillazo.
Días atrás, por televisión, y ante el habitual jueguito de la “múltiple elección” –multiple choice–, el ex delantero optó por “patear” a la Brujita Verón, antes que al Piojo López o a José Luis Chilavert, en el caso de tener que hacerlo con alguno de los tres.
Impensable por idiosincrasia del Rifle –tanto en la cancha como en la vida– el que pretenda lastimar a alguien y menos a Verón. Su explicación fue tan simple como inteligente. Después de soportar las peores críticas del corleone de Fox Sports, Fernando Niembro, que entre otras peyorativizaciones insistió en que si Verón y Ortega decían que jugaban para divertirse, no se los podía convocar a la Selección, el ex volante del Manchester United había aceptado, sin más ni más, ser entrevistado por Niembro.
Pandolfi no fue por el Verón jugador. Es el mismo Niembro que, haciendo patético combo con Paenza, Araujo y Macaya Márquez (este último por razones de familia, siendo su hijo preparador físico), propiciaba a Griguol, cuando José Pekerman fue nombrado entrenador de los juveniles hace diez años, mientras denostaban al flamante técnico de la Selección mayor con el argumento de su supuesta inexperiencia.
Así fue como también vapuleó con saña a Marcelo Bielsa, después del Mundial de Corea y Japón, cuando había sido su máximo impulsor mediático desde el momento en que Daniel Passarella se fue del cargo sin pronunciar una palabra.
Pero hay mucho más, en especial con los remezones de la reciente renuncia de Bielsa. Un sinfín de aves de rapiña, que esperan agazapadas en los arrabales del fútbol la posibilidad de ligar alguna mordida, dicen lamentar, con clara hipocresía, el alejamiento del antiguo entrenador de la Selección. Y esas aves que buscan carroña son especialmente directores técnicos, dirigentes, ex jugadores y periodistas.
Son los que, al menor tropezón, vendrán por Pekerman.