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El odiado Codesal mordió el polvo en la política de la FIFA

El árbitro de la final de Italia 1990, el que cobró penal de Sensini a Voeller, perdió por paliza la elección a mandatario de la Concacaf, a manos del aliado de Joseph Blatter, que logró un respaldo de cara a su reelección presidencial.

 Por Pablo Vignone

Cualquier hincha de fútbol argentino con un poquitito de memoria se acuerda de Edgardo Codesal. Sí, el árbitro mexicano que dirigió la final de la Copa del Mundo de 1990, en el estadio Olímpico de Roma. Sí, el mismo que pitó infracción penal de Roberto Sensini a Rudi Voeller, a menos de diez minutos del término del partido, penal cuya validez se sigue discutiendo hoy pese a que Andreas Brehme lo convirtió, marcando el único gol con que Alemania ganó su tercer título mundial y condenando a Diego Maradona a soltar sus más amargas lágrimas deportivas. Pero la revancha, dicen los mismos hinchas, siempre llega. Edgardo Codesal sufrió ayer la derrota de su vida, al perder 36-2 la votación por el cargo de presidente de la Concacaf, la federación de fútbol de Norte y Centroamérica y el Caribe, a manos del eterno Jack Warner, un viejo socio de Joao Havelange devenido en gran aliado de Joseph Blatter. La derrota de Codesal es, a la vez, una buena noticia para los socios de la Conmebol, en la medida que apuntala a Blatter y echa tierra sobre la candidatura del camerunés Issa Hayatou, quien en la semana prometió, en caso de alcanzar la presidencia de la FIFA, reducir las plazas de Sudamérica en el próximo mundial.
Warner, de Trinidad y Tobago, conduce la Concacaf desde hace 12 años y, es, además, vicepresidente de la FIFA. Sumó en Miami 36 de los 40 votos: sólo México y Costa Rica votaron por su rival, mientras Puerto Rico y la Guyana francesa se abstuvieron.
Codesal entró como candidato de última hora tras ser propuesto en el congreso de la Concacaf, y así le fue: tuvo que enfrentarse a la maquinaria política que domina el fútbol mundial. Originalmente, su candidatura fue impugnada por Warner y el secretario general de la Concacaf, Chuck Blazer, al sostener que no podía serlo por ser un empleado pagado de la Confederación. Eso derivó en una disputa institucional con el secretario general de la FIFA, Michel Zen-Ruffinen, quien se cambió de bando. Zen-Ruffinen habría presionado a Warner y Cía. para apoyar a Hayatou en su campaña. Pero el propio Blatter desautorizó a Zen-Ruffinen. El suizo pudo aprovechar el congreso, celebrado en Miami, para tener acceso a los 40 países asistentes, beneficio del que careció Hayatou. Y al término del congreso, se permitió sermonear a los periodistas que le hacían incómodas preguntas.
Los líderes del fútbol sudamericano habrán recibido con alivio el resultado: el poder sigue quedando entre amigos. Warner fue acusado por el periodista inglés Andrew Jennings, el más ácido crítico de la FIFA y el Comité Olímpico Internacional, de perpetrar una maniobra en la elección que consagró a Blatter como presidente de la FIFA, en 1998, en favor del suizo. Según Jennings, un delegado de Haití que iba a votar supuestamente no pudo salir de su país y un impostor, en una maniobra organizada por Warner, votó en su lugar. Hayatou solicitó a Blatter que investigara esa acusación, pero fue un desafiante Warner quien respondió ayer, tras su reelección: “No hay problema haitiano. El delegado que no votó dio permiso para que se comisionara su voto”. El secretario Blazer fue más allá: “No se utilizó mal ningún voto individual –dijo– dado que Haití había comprometido de todos modos a votar en favor de Blatter”. No hay manera legal de que el voto pueda comprometerse de esa manera...
Hayatou propuso bajar dos plazas del fútbol sudamericano en los Mundiales. “Hay un continente que no tiene más que diez países y tienen cinco representantes en el Mundial –había dicho al presentar su candidatura–. Sea cual sea el valor del fútbol de ese continente, creo que es demasiado.” Había propuesto también darle una plaza más a la Concacaf: no le reportó mayor beneficio.
Para la Conmebol está todo muy claro. De un lado y del otro: “Se puede comprender las expresiones del señor Hayatou como una expresión electoralista, porque Sudamérica fue la primera organización que sepronunció y prometió su respaldo a la candidatura de Joseph Blatter”, dijo en la semana el portavoz de la CSF, Néstor Benítez.

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Joseph Blatter fue el gran vencedor de la elección.
 
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