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¿Quién podrá defendernos del mal fútbol ahora que se retira Romario?

El Chapulín marcó una época en la selección de Brasil y llegó a ser el mejor del mundo. Deja de jugar a punto de cumplir los 39 años.

Diez años atrás, le preguntaron cuál era el secreto de su enorme capacidad goleadora, y la respuesta fue honesta y directa: “El secreto es que yo odio a los arqueros”. Romario, campeón mundial con Brasil en el Mundial de 1994, elegido por la FIFA como el mejor jugador del mundo de esa temporada y uno de los mayores goleadores del fútbol de ese país, finalmente anunció su jubilación como futbolista. “Paré. Ya no puedo más. No tengo más ganas”, afirmó el ex jugador del Barcelona en declaraciones publicadas por el diario O Globo de Río de Janeiro.
El goleador, de apenas 1,69 metro de estatura y que el próximo mes cumplirá 39 años, anunció que se despedirá definitivamente de las canchas en un partido en el Maracaná en el que vestirá las camisetas de los clubes Vasco da Gama, donde inició su carrera, y Flamengo, con el que conquistó varios títulos.
“Pienso en jugar un tiempo con la camisa del Vasco da Gama y otro con la del Flamengo”, afirmó el futbolista, que, después de Pelé (95 goles en 114 partidos), es el mayor goleador en la historia de la selección brasileña, con 70 goles en 87 partidos. “Voy a jugar con la camiseta de los dos equipos que más me marcaron”, agregó el delantero.
Sin club hace cerca de dos meses cuando rompió su contrato con el Fluminense, Romario ya había disputado un partido de despedida, en noviembre, en Los Angeles, en el que participó un grupo de veteranos de las selecciones de Brasil y México. “Es una despedida de la selección brasileña”, dijo entonces, anunciando que pretendía seguir jugando para clubes del país.
Considerado por amigos y adversarios como un verdadero genio del área grande, Romario construyó una carrera deportiva de 19 años marcada por goles impresionantes, una regularidad asombrosa, frases de una genialidad equivalente y muchas polémicas: de todas, se arrepintió públicamente de una, cuando conquistó la Copa Guanabara con Flamengo, en 1998, y se comparó con Dios. De todas las otras polémicas habla siempre con ruidosas carcajadas que no esconden el orgullo.
El delantero, que anotó 822 goles en poco más de 1000 partidos como profesional, puso fin a una de las carreras más exitosas en el fútbol brasileño. Además de campeón mundial con la selección en la Copa del Mundo de 1994, en la que fue el mejor jugador, y los títulos de la Copa América de 1989 y 1997, Romario fue goleador de los Juegos Olímpicos de Seúl, en 1988. “Fue mirando a Romario en el Mundial ’94 que me inspiró para ser futbolista”, dijo ayer Ronaldinho, quien recibió su cetro de mejor del mundo.
Convirtió 70 goles para la selección de su país, apenas 25 menos que Pelé. “Después de Pelé, Maradona. Y después de Maradona, yo”, afirmó en una entrevista televisiva este año. En 1994 formó una pareja temible con Bebeto; en 1998 los hinchas brasileñas esperaban una más implacable, Ro-Ro, con Ronaldo, pero una lesión en la pantorrilla dejó al Chapulín fuera del Mundial de Francia.
Como jugador del PSV Eindhoven holandés obtuvo tres títulos de liga, una Copa de Holanda y uno de la Recopa Europea (1989). Con el Barcelona fue una vez campeón español, en 1994. Allí, Johann Cruyff lo definió como “un genio del área”. En Brasil ganó siete títulos cariocas entre 1986 y 1999, con Vasco y Flamengo, el Nacional del 2001 y las copas Mercosur de 1999 y 2000.

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Romario en su primer partido despedida, en Los Angeles.
 
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