DEPORTES
Cuando la altura es sólo un mito
José Pekerman no se hace tanta historia por los 3578 metros de La Paz. El fútbol prueba que allí se puede ganar sin dramas.
Por Enrique Escande
El terror de los futbolistas y entrenadores argentinos a jugar en la altitud se atenuó durante el ciclo del ex seleccionador Marcelo Bielsa, que le restó importancia al asunto y consiguió con el equipo siete puntos de los nueve que disputó en La Paz, Quito y Bogotá en las Eliminatorias de 2002. En lugar de renegar tanto con la obligación de subir al techo de América, José Pekerman prefirió tomar nota de algunos antecedentes valiosos que han dejado equipos del llano triunfadores en la altura boliviana –desde donde surge imponente el Illimani– y pensar que es posible ganar cerca del cielo.
Argentina, líder del torneo clasificatorio sudamericano del Mundial de Alemania 2006, debe subir el sábado 3578 metros para jugar ante Bolivia en el estadio Hernando Siles paceño, donde, entre otras cosas, la pelota “no dobla”, según una curiosa teoría física de otro ex seleccionador argentino, Daniel Passarella.
Pero el San Pablo brasileño demostró hace dos años que una formación de la llanura puede ganar en La Paz, y por varios goles, como lo hizo en 1997 la selección de su país en la final de la Copa América frente a Bolivia.
Edmundo, Ronaldo y Zé Roberto anotaron los goles de esa victoria 3-1 de Brasil.
Los dos últimos tantos del equipo que dirigía Mario “Lobo” Zagallo fueron marcados en los 12 minutos finales, cuando supuestamente un equipo no acostumbrado a jugar en esas condiciones carece de fuerzas y de ánimos en los tramos finales de un encuentro.
Ambos resultados positivos logrados por estos equipos superan con amplitud, por su contundencia, la posibilidad de que una formación alcance en el Hernando Siles una victoria sólo por una circunstancia fortuita, como creen quienes han asegurado que jugar a casi 3600 metros de altura es “inhumano”.
Esta última afirmación, a la que se aferraron numerosos dirigentes, técnicos y futbolistas durante décadas, y algunas presiones que Brasil encabezó ante la FIFA, pusieron en la picota la tradicional sede de la selección boliviana en 1996, de cara a las Eliminatorias del Mundial de Francia ’98.
Los brasileños, que perdieron por primera vez en la historia un partido de Eliminatorias de un Mundial ante Bolivia en la preliminar de Estados Unidos ’94, pretendían que los bolivianos bajaran un poco a Cochabamba o totalmente a San Cruz de la Sierra en la competición clasificatoria del Mundial francés.
La iniciativa fue apoyada por el entonces presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol, Carlos Maresca, y reclamada con insistencia por el seleccionador en aquellos años, Daniel Passarella. Incluso la comisión médica de la FIFA opinó que era inconveniente que se jugaran partidos de fútbol por encima de los 2500 metros.
En Bolivia se temía por el impacto que socialmente podría causar el veto a la ciudad sede del gobierno del país, ya que el 68 por ciento de la población de este país vive en ciudades y pueblos situados por encima de esa altitud. La comisión médica de la FIFA modificó sorpresivamente su apreciación y puso como límite los 3000 metros.
De haberse mantenido y prosperado la primera, hubiera borrado del mapa futbolístico internacional no sólo a La Paz (3578 metros), sino también a Quito (2800) y Bogotá (2600).
Los dirigentes del máximo organismo del fútbol mundial se reunieron en Suiza para tratar el asunto y decidieron el 31 de mayo de 1996 no innovar después de recibir informes técnicos elaborados por expertos en la materia, grupo con el que colaboró el periodista Carlos Mesa Gisbert, actual presidente de Bolivia. En ese país se celebró aquella decisión como si fuera una fiesta patria. Tanto la Selección de Brasil de 1997, que dirigía Zagallo, como el Sao Paulo en 1993 llegaron a La Paz horas antes de jugar desde Santa Cruz de la Sierra y afrontaron con éxito el desafío.
Con cualquier estrategia de adaptación, ganar en La Paz se puede y de hecho lo han logrado varios equipos, como la selección de Hungría que se clasificó para el Mundial de Argentina de 1978 en el Hernando Siles tras vencer a Bolivia en un repechaje.