Martes, 4 de abril de 2006 | Hoy
Roger Federer es un encanto de persona, pero como número 1 del mundo del tenis no tiene reparos en decir lo que cree. Ahora piensa en Roland Garros, el único torneo de Grand Slam que le falta ganar.
Por Sebastián Fest
Desde Miami
¿Es Roger Federer un “ser superior”? Muchos en el tenis ven ya al suizo como un jugador de otro mundo y el mismo Federer comienza a disfrutar con la idea de que el circuito ATP se divide en dos categorías: él y el resto. “En cierto modo, sí. Gané los tres últimos torneos de Grand Slam, y fui muy consistente en los otros, gané tantos títulos. De alguna manera, sí”, dijo el número uno tras conquistar el domingo el torneo de Miami y al preguntársele si nota esas diferencias.
Federer sigue manteniendo los pies sobre la tierra y exhibiendo una simpatía y don de gente que desconocen varios colegas que no le llegan tenísticamente a la suela de los zapatos. Pero Federer no es el mismo Federer de hace dos años, cuando se estrenaba como número uno.
“Es la diferencia entre ser un joven y un hombre, y Roger se convirtió en los últimos años en un hombre seguro de sí mismo”, aseguran los periodistas suizos que lo siguen desde hace años.
También es el cambio de un joven exitoso que vio cómo en octubre del 2005 el diario Blick, el más leído de Suiza, mencionaba su nombre e incluía su foto en un extraño y sórdido caso que aparentemente involucraba al padre de Mirka Vavrinec, su novia. Decidido a defenderse, Federer tomó el teléfono y llamó al mismísimo dueño de la editorial.
Celosamente escoltado por Va- vrinec, que cuida de sus relaciones públicas, Federer domina el tenis como pocos jugadores lo hicieron en la historia, pero sabe que para entrar a competir de lleno por el título del más grande tenista de todos los tiempos debería ganar Roland Garros.
Entonces podría decir que conquistó los cuatro títulos de Grand Slam –como Rod Laver, aunque el australiano tenga la hazaña de haberlo hecho en un mismo año–, entonces se despegará de la sombra de Pete Sampras, dueño de 14 “grandes”, pero nunca del polvo de ladrillo de París.
El año pasado no estuvo lejos. Llegó a semifinales, pero se topó con un jugador que venía con una racha imparable en el polvo de ladrillo: Rafael Nadal. Y es a Nadal a quien destaca Federer a la hora de ponerle límites a su categoría de “ser superior”.
“Rafael tuvo también una fantástica temporada el año pasado. El está justo detrás de mí, pero, en cierto modo, decir eso (que está en un nivel diferente de todo el resto) es un poco cierto, sí”, volvió a insistir.
El croata Ivan Ljubicic, al que derrotó en la final de Miami, dijo que todos los jugadores tienen algo en común: “Todos jugamos al tenis y perdemos con Federer”.
Y el suizo demostró que su confianza y su autoestima están muy altas tras haber ganado su cuarto torneo del año. “Esto muestra una vez más que realmente me corresponde tener el número uno y que merezco todos los trofeos que gané. Puedo realmente mostrar en los momentos importantes lo bueno que soy.”
Tanta seguridad puede quebrarse en el polvo de ladrillo. Este año jugará Montecarlo, Hamburgo y Roma antes de Roland Garros. En el 2005 fue derrotado por el francés Richard Gasquet en los cuartos de final de Montecarlo, conquistó Hamburgo vengándose de Gasquet en la final y eludió Roma.
Nadal será en los próximos dos meses un peligro permanente para Federer, porque ante él cayó en la final de Dubai en febrero y porque el español está hambriento de títulos. Los argentinos, fuertes en polvo de ladrillo, vienen cumpliendo un 2006 irregular y sus dos mejores jugadores sobre esa superficie –Guillermo Coria y Gastón Gaudio– están lejos de su mejor momento.
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