Viernes, 8 de septiembre de 2006 | Hoy
DEPORTES › DIO VUELTA UN RESULTADO COMPLICADO Y SUPERO 2-1 A SAN PABLO, AUNQUE NO LOGRO LIQUIDAR LA FINAL
Con una gran actuación de Rodrigo Palacio, autor de los dos goles, el equipo de Basile ganó la primera final de la Recopa. El resultado debió ser más amplio, pero le faltó precisión para lograrlo.
Por Ariel Greco
Boca arrancó con tranquilidad, con la confianza que le otorgan los triunfos en el torneo local y con la serenidad de saber que su juego le iba a otorgar réditos frente a la defensa brasileña. Con la circulación que le daba Gago, la dinámica de Marino y la movilidad de Cardozo, mostraba un toque fluido que se traducía en situaciones claras para que Palacio desbordara por ambos costados. En ese arranque, el delantero bahiense demostraba que ninguno de los laterales brasileños iba a poder con su velocidad.
Ante ese panorama, no resultó extraño que el equipo de Basile empezara a generar chances de peligro frente a la valla de Rogerio Ceni. Tuvo el gol con un cabezazo de Díaz que rebotó en el travesaño y con otra jugada nacida en un córner, con peinada de Battaglia y cabezazo de Palacio. Pero la más clara fue una que no terminó en un remate porque Palermo se anticipó a Marino y evitó que el volante sometiera al arquero desde el borde del área chica.
Parecía una noche muy tranquila para Boca, sobre todo porque los dos centrales visitantes exhibían una llamativa rusticidad y no tenían miramientos en reventar la pelota a cualquier parte. Pero esa recuperación rápida de pelota, en lugar de agrandarlo no hizo más que confundirlo. De esa forma se olvidó del toque y se metió en la fricción. En ese juego, los que salieron ganando fueron los visitantes.
En ese contexto, Boca fue perdiendo el dominio estratégico del juego. Para colmo, en una maniobra aislada y que no aparentaba mayor riesgo, a Bobadilla se le escurrió por debajo del cuerpo un derechazo lejano de Thiago, con lo que Boca se encontró en desventaja y jugando mal. Fueron los peores pasajes del equipo de Basile, que no encontraba la pelota, corría de atrás a los brasileños y protestaba todo al árbitro Amarilla.
Recién en los últimos minutos del primer tiempo, cuando Gago volvió a afirmarse en el medio y Palacio volvió a desequilibrar con su velocidad, Boca volvió a prevalecer en el desarrollo; de esa manera, tuvo dos chances clarísimas. Pero Palermo demoró el remate y en la siguiente, Cardozo tocó afuera tras un gran desborde de Palacio.
En la segunda parte siguió la misma tónica, y le sumó agresividad para presionar más arriba. Muy rápido quedó en claro que los brasileños no podían soportar demasiado ese acoso. Y así fue que el equipo de Basile llegó al empate con una buena maniobra colectiva en la que Palermo aguantó la pelota, Gago habilitó a Palacio y el delantero definió con un fuerte derechazo.
A partir del 1-1, Boca aminoró en parte el asedio, pero con Díaz empujando desde el fondo siguió siendo incisivo y mucho más peligroso que su rival. No había manera de contener a Palacio, que por los costados, por el medio o incluso tirándose atrás, generaba problemas. Tuvo su premio en una jugada a lo Palermo, cuando aprovechó un rebote de Rogerio Ceni tras un derechazo de Cardozo, para señalar el segundo gol.
Con la ventaja, Boca se envalentonó, trató de liquidar la serie y pasó algunos sofocones, aunque siempre dejó la sensación de ser más agresivo y contundente que su adversario. Solo la falta de precisión le impidió un resultado más amplio.
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