Viernes, 8 de septiembre de 2006 | Hoy
Como flamante titular del Inadi, María José Lubertino anunció que se ocupará de la exclusión social y la discriminación laboral.
Por Martín Piqué
¿Qué tienen en común la flamante titular del Instituto Nacional contra la Discriminación y el Racismo (Inadi), María José Lubertino, con el equipo editor de la revista Barcelona? La primera tentación sería decir nada, pero quien lee la publicación con cierto detalle descubriría que el Inadi aparece muy seguido en sus páginas. La constante mención del organismo que lucha contra la discriminación es otra de las bromas sutiles de la revista: la repetición de la palabra Inadi contrasta con la bajísima presencia pública del instituto desde hace varios años. Esos antecedentes explican por qué Lubertino decidió dar sus primeras entrevistas como flamante presidenta del Inadi (Néstor Kirchner firmó anteayer el decreto que la designaba en el cargo) en la librería Boutique del Libro, de Palermo, donde anoche se presentaba el libro Puto el que lee. Se trata de un diccionario de insultos recopilados por los editores de Barcelona.
“Vine a saludar”, explica Lubertino mientras recibe a Página/12 sentada en una mesita de la librería y café. “Aunque todavía no estoy en el ejercicio del cargo, la última tapa de la revista (N.de la R.: el título era “Las mogólicas se dejarían violar amparándose en la ley de mano blanda”) generó cierto debate entre los que hacían críticas porque pensaban que era discriminatorio y los que piensan que se burlan de los que discriminan. Un compañero de un grupo de discapacidad me llamó diciendo que era terrible. Quienes leen esta revista lo leen en otro sentido al consumo masivo. Son los temas interpretativos”, opina la ex diputada radical. Como la mayoría del salón, Lubertino intenta concentrarse y no prenderse en las carcajadas que reinan a su alrededor.
Especialista en derechos de las mujeres y las minorías sexuales, impulsora de la despenalización del aborto, en otros tiempos cercana al influyente Enrique “Coti” Nosiglia, hoy Lubertino está alineada al kirchnerismo. Su persistente presencia en los actos K inspiró el sobrenombre con que suelen llamarla en el oficialismo. Le dicen “Droopy”, por el dibujito animado del perrito que aparecía siempre en el lugar menos pensado. “Las prioridades del Inadi van a ser la discriminación en términos socioeconómicos y de exclusión social; la discriminación laboral, especialmente de las mujeres que son la mitad de la población; la accesibilidad en el transporte para las personas con discapacidad, y sobre todo la violencia institucional contra los jóvenes”, adelanta.
–¿Qué es lo nuevo que se propone incorporar al Inadi?
–Son tres cuestiones centrales. La incorporación de la sociedad civil, el trabajo en forma federal y pasar de la recepción de denuncias a una actitud de cambio cultural proactivo. Sobre todo en el ámbito educativo y a través de campañas en los medios. Es muy importante trabajar con esta visión gramsciana de deconstruir las discriminaciones desnaturalizándolas. Vamos a estar atentos a toda discriminación, incluso la que se produce sistemáticamente desde los medios. Cada caso será objeto de debate.
–Como aquella placa roja de Crónica que decía “murieron tres personas y dos bolivianos”.
–Claro, podría ser. Hay varios dictámenes del Inadi en ese rumbo. Hubo dictámenes contra González Oro pero no han tenido trascendencia pública.
–En el programa Blog se mostró el caso de una madre que quería internar a su hijo, consumidor de paco, para que se recuperara de su adicción. Fueron al Sedronar y allí no había nada preparado para atención urgente. Lo tuvieron cuatro horas llenando formularios hasta que el pibe se escapó. ¿Eso no implica discriminación por parte del Estado?
–No me cabe duda de que hay muchas cosas para cambiar en el Sedronar. Lo que uno espera de cualquier ámbito del Estado es la resolución rápida de cualquier conflicto y situación de emergencia, no importa si el área a la que llega el ciudadano sea pertinente o no. En el Inadi no somos una auditoría de la gestión estatal. Podemos intervenir cuando hay algún mecanismo que implique segregación o exclusión. Muchas veces las situaciones de diferente nivel socioeconómico o género son una condición para el maltrato por parte de los organismos del Estado.
–¿Qué piensa de las reformas que se están estudiando para el Código Penal desde el Ministerio de Justicia?
–En términos generales estoy de acuerdo, pero soy muy crítica del capítulo referido a temas sexuales porque no incorporaron la perspectiva de género. Falta mucho camino para que los que redactan las leyes comprendan la perspectiva de género. Puede haber situaciones que producen quiebre psíquico sin que el cuerpo haya sido penetrado por ningún agujero.
–Va a aprovechar su cargo para impulsar la despenalización del aborto?
–Mis posiciones son públicas. Cuando se nos presente un caso y haya una situación de discriminación por supuesto que ya es predecible nuestra respuesta. Pero no soy el Ministerio de Salud de la Nación. Y al movimiento de mujeres lo voy a seguir acompañando hasta que me muera.
–Con la guerra en el Líbano hubo acusaciones de discriminación por parte de la comunidad judía. Decir “Estado de Israel nazi”, como se dijo en un acto en la Facultad de Filosofía y Letras, ¿es discriminación?
–El Inadi se va a manifestar a favor de la paz. Tomamos como propias las palabras de Naciones Unidas sobre las violaciones que está cometiendo el Estado de Israel. El Derecho aplicable es el Derecho internacional de los derechos humanos. Decir “Estado de Israel nazi” es una falsedad histórica, no hay directa relación. Hay violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional por parte del Estado de Israel. Pero nada justifica que se discrimine a una persona por el hecho de ser judío, por el hecho de ser israelí, o por asociar a las personas que defienden lo que está haciendo el Estado de Israel con lo que el Estado de Israel hace.
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