Martes, 19 de diciembre de 2006 | Hoy
DEPORTES › FUTBOL CLAUDIO BORGHI, UN ENTRENADOR DISTINTO
Su equipo, el Colo Colo chileno, fue uno de los que mejor fútbol desplegó en el 2006, pese a haber perdido la final de la Sudamericana. “Estudiantes también fue fiel a una identidad; un poco distinta, pero igualmente válida”, señala.
Por Leonardo Castillo
Aquel joven jugador de Argentinos que en los ’80 no paraba de tirar rabonas se convirtió con el paso del tiempo en un entrenador convencido de que el fútbol es un juego, que si bien se vive con pasión, no debe generar locuras ni dramas. Es por eso que a Claudio Borghi, técnico del Colo Colo de Chile, perder ante el Pachuca de México por la final de la Copa Sudamericana no le significó una gran decepción: “El equipo hizo una gran campaña y mantuvo su identidad”, afirmó durante una charla que mantuvo con Página/12. A los 42 años, el ex delantero asegura que se considera “un formador de futbolistas que no persigue el resultado a cualquier precio”. Mientras mantiene firmes posibilidades de conseguir un título local con el club más popular del fútbol trasandino, Borghi aseguró que la posibilidad de trabajar en la Argentina no le quita el sueño.
–Colo Colo venía de empatar 1-1 en México ante el Pachuca en la primera final de la Sudamericana y luego perdió de local 2-1. ¿Cree que jugaron muy confiados en la revancha?
–No, para nada. Sabíamos que teníamos un gran rival por delante, que sería muy difícil. Lo que nos pasó fue que no pudimos lidiar con los dos frentes, el local, donde tenemos chances de salir campeones, y el internacional. De todos modos quedé conforme con la tarea que cumplió el equipo. Mantuvimos la vocación ofensiva y el respeto por la pelota que nos caracteriza. Estoy conforme.
–Algunos consideran que a los equipos chilenos les falta jerarquía para concretar logros cuando arriban a instancias de este tipo. ¿Está de acuerdo?
–Es que la historia no juega. Se pueden decir un montón de cosas y citar una tonelada de estadísticas, pero cuando salís a la cancha son once contra once y nada más. Lo cierto es que jugamos un torneo muy exigente y estuvimos a la altura de la circunstancias. Lo más importante es que nos mantuvimos fieles a nuestra identidad de juego.
–¿Qué significa la noción de identidad en un equipo de fútbol?
–Digamos que es la manera de jugar al fútbol y hacerlo de forma consecuente. Pasa por ahí. Por ejemplo, cuando debuté como jugador, hace más de veinte años, Argentinos e Independiente tenían una identidad clara. Pelota contra el piso y la búsqueda permanente del arco contrario, algo que nosotros también pretendemos en Colo Colo. Pero no se limita sólo a eso: Estudiantes también fue fiel a una identidad, tal vez un poco distinta a la que yo pretendo, pero igualmente válida. Por eso fue un digno campeón: le sumó juego al orden de siempre y eso está muy bien.
–¿Y Boca?
–Habría que preguntarles a sus hinchas si creen que el equipo respetó en los últimos partidos del campeonato esa idea de sacrificio y entrega que siempre caracterizó a los equipos de Boca.
–¿Entonces hizo bien La Volpe en renunciar?
–No sé, no conozco la situación que había en el plantel, así que no podría opinar.
–¿Cómo ve al fútbol argentino?
–A pesar de todas las cosas que se hacen mal, se siguen sacando jugadores de buen nivel y la verdad que eso es admirable. Pero los futbolistas se van cada vez más rápido y eso conspira para sostener el nivel competitivo de los planteles y por ende de los torneos. Creo que ésa es hoy la principal amenaza que tiene el fútbol argentino, que nos quedemos sin figuras.
–Se habló de que podía ser técnico de San Lorenzo. ¿Hubo algún ofrecimiento concreto?
–Conmigo nadie habló; aunque suene a frase hecha, lo digo en serio. Hubo rumores, pero nada en concreto. Por ahora sigo en Colo Colo, la posibilidad de trabajar en la Argentina me interesa, desde luego, pero no me vuelve loco, no estoy desesperado por irme de acá.
–¿Cuánto del jugador que fue todavía vive en usted?
–La verdad que todo, yo todavía me siento un jugador de fútbol, pienso como tal y lo vivo de igual forma. Pero ya no puedo entrar a la cancha, el físico ya no me responde. Por eso me gusta definirme más como un formador de jugadores que como un entrenador.
–¿Y cuál es la diferencia?
–El entrenador busca el resultado, ésa es su principal misión, para eso lo contratan y está bien. Pero además de ganar, yo quiero ir más allá, me interesa acompañar a un jugador en todo el proceso que hace a su formación profesional, transmitirle una enseñanza. Recorrer ese camino es más importante que llegar a la meta. Hoy se les mete en la cabeza a los chicos de 10 o 12 años la idea de que lo único que sirve es ganar y llegar a Primera; después las cosas no salen como se esperaban y hay tremendas frustraciones. Los pibes tienen que entender que esto es un juego y con el correr del tiempo deben adquirir responsabilidades, sin perder de lado esta noción. En Colo Colo trabajé con las inferiores siempre con estos preceptos. No me arrepiento.
–¿Cuáles son a su juicio los errores en los que incurren los entrenadores en la actualidad?
–Pedirles a sus jugadores cosas que no pueden hacer o que no sienten. Tratar que un habilidoso corra más de la cuenta y que marque cuando no lo siente, es un verdadero desperdicio. Hay que tratar que el jugador potencie al máximo sus cualidades para que después las vuelque al servicio de un equipo.
–Muchos consideran que como jugador no explotó en su verdadera dimensión, que no llegó más lejos porque no se lo propuso. ¿Qué hay de cierto en eso?
–La mayoría de los que dijeron eso no me conocieron. Llegué donde tenía que llegar y punto. No fui un vago, simplemente había tipos que entrenaban más que uno. Lo que pasa es que a veces no se respetan las particularidades físicas de cada jugador a la hora de entrenar. La verdad es que no todos pueden correr más de diez kilómetros seguidos y eso no quiere decir que no puedan jugar al fútbol o que sean displicentes. Los jugadores tienen características distintas que hay que saber respetar para que después ellos puedan rendir más, de eso se trata nuestro trabajo.
–Alguna vez dijo que, en el Mundial de México, Carlos Bilardo se equivocó con usted. ¿Sigue pensando igual?
–Sí. No era el tipo de jugador que él necesitaba para su esquema táctico y por eso jugué tan poco en aquel campeonato; de todos modos, siempre me sentí orgulloso de integrar aquel plantel que salió campeón del mundo.
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