DEPORTES › DEL POTRO EN LA INTIMIDAD

“A veces me equivoco”

 Por Sebastián Fest

Está agotado, pero Juan Martín Del Potro no piensa en el cansancio, sino más bien en no dejar “pasar el tren” que puede llevarlos a él y a sus compañeros al primer título de Argentina en la Copa Davis, un éxito en el que el apoyo del público puede ser clave. “El público argentino es como cualquiera que quiere que gane su equipo. Se va a sentir la localía, claro, pero no deja de ser un partido de tenis. ¡A veces parece que los españoles piensan que son animales, que les van a tirar con piedras! No, no habrá nada de eso...”, asegura el gigante de 20 años, número nueve del ranking mundial. “Queremos que alienten y que no pase nada más que eso”, insiste. “Va a ser la primera final de local. Tenemos un tren al que nos tenemos que subir, no podemos dejar pasar esta oportunidad.”

Del Potro carga con una presión inesperada, porque era difícil imaginar que llegaría a noviembre como clara carta ganadora del equipo. ¿Cuál es la clave del éxito de Del Potro? Su entrenador Davín parece ser parte de ella. “Con Franco me siento muy cómodo, me cambió mucho la cabeza, la forma de jugar. Verlo afuera me transmite tranquilidad. La diferencia con los buenos jugadores está en aprovechar los momentos que tenés para sacar ventajas.” Del Potro, sin dudas, aprovechó esos momentos. Sólo Rafael Nadal, Roger Federer y Andy Murray ganaron más torneos que él en esta temporada, y cuando al número uno del mundo se le pregunta por sus pronósticos para 2009, sitúa siempre a Del Potro entre los “top-ten”.

“Mi vida sigue siendo la misma, yo sigo entrenando en Tandil con mi familia, mis amigos. Quizás ahora hay mucha más gente alrededor, que quiere estar conmigo, pero tengo los pies sobre la tierra, lo puedo controlar. Y para eso está la gente a mi alrededor que me cuida y quiere lo mejor para mí. Me aferro a ellos”, asegura con esa llamativa tranquilidad que impregna su discurso.

Tranquilidad –o, más bien, experiencia– que le faltó con aquella ya famosa frase en la que amenazaba con “sacarle los calzones” a Nadal de sus rincones más íntimos. Sufrió por aquel arrebato de euforia sustentado en la adrenalina del triunfo en semifinales ante Rusia. Temió perder la buena relación que tiene con Nadal, pero el español, otra cabeza asombrosamente serena, zanjó el asunto con inteligencia. “¿Que quieres subir a mi habitación para hablar? Sube si quieres, pero sólo para jugar a la play”, dijo el número uno del mundo a Del Potro, que desde su habitación en el hotel Puerta de América en Madrid quería un encuentro cara a cara para arreglar las cosas. “Soy un chico, y a veces me equivoco”, reconoce Del Potro. “No me tiene que pasar más.”

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