Domingo, 22 de noviembre de 2009 | Hoy
Por Gustavo Veiga
Que un porcentaje de los pases de cuatro futbolistas quede en manos de una empresa de pinturas en pago por cambiarle la cara a un estadio puede parecer una rareza. Sobre todo, si la operación la concreta River, que recibió su mote de millonario gracias a la adquisición de Bernabé Ferreyra a Tigre en 1935 a cambio de 35 mil pesos de esa época. El presupuesto de Sinteplast ascendió a 500 mil dólares, que serán abonados en diez cuotas iguales y consecutivas de 10 mil, más un abono por dos años a un palco para doce personas valuado en 32.407 dólares y el 10 por ciento de Matías Abelairas, el 15 de Diego Barrado, el 20 de Gustavo Fernández y otro tanto de Nicolás Domingo. Esta negociación fue la comidilla del club durante la última semana.
Cuesta encontrar antecedentes insólitos como éste, pero en aras de aportar a la memoria futbolera, es bien conocida la historia de Sixto Peralta, el volante ofensivo que pasara por Racing, River y el Inter de Italia, entre otros equipos. Surgió en la CAI de Comodoro Rivadavia y cuando este club lo transfirió a Huracán, pagaron por su pase 80 pelotas, 60 pares de botines y 40 conjuntos de camisetas y pantalones.
La práctica del canje no siempre dio buenos resultados. En 2006, el defensor rumano Marius Cioara, del UT Arad, que jugaba en la Segunda División de ese país, fue vendido al Regal Hornia, también de Rumania, por 15 kilos de salchichas. Cuando el bueno de Marius se enteró de que lo habían cambiado por la mercadería quedó tan ofendido que desistió del pase. Pero como ya habían pagado por él con semejante cargamento, el comprador exigió la devolución de los embutidos.
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