Sábado, 3 de abril de 2010 | Hoy
DEPORTES › OPINIóN
Por Adrián De Benedictis
El estado de River sigue asombrando, debido a que cuando parece que el espacio para la caída ya se agotó, todavía puede sorprender con otra situación inesperada. El experimentado Matías Almeyda señaló durante la semana que el club estaba “desmantelado” por los manejos dirigenciales del ciclo que encabezó José María Aguilar, y en las últimas horas Ariel Ortega volvió a fastidiarse porque el técnico Leonardo Astrada lo dejó afuera del grupo que enfrentará mañana a Lanús, cuando todo indicaba que estaría entre los suplentes luego de varias fechas de ostracismo. La reacción de los futbolistas por las decisiones que ellos no pueden modificar se relaciona con una situación que “revolucionó” al fútbol brasileño en la década del ’80.
El Corinthians de ese país venía de una campaña muy mala en 1981, tanto en el torneo paulista como en el brasileirao. En abril del año siguiente asumió la presidencia Waldemar Pires, que eligió a Adilson Monteiro Alves para que conduzca los destinos del plantel. Este sociólogo tenía como premisa escuchar los requerimientos de los jugadores, y como en ese equipo se encontraban hombres comprometidos con la política como Sócrates, Wladimir, Casagrande y Zenon, se inició una alteración dentro del plantel.
A partir de ahí fue instituido un sistema de autogestión, donde los jugadores, el técnico y el cuerpo directivo decidían todo a través del voto. Las pautas eran muy variadas: contrataciones, dimisiones, escala de valores de los vínculos que firmaban los jugadores, estaban entre las principales cuestiones. Lo curioso es que cada voto tenía el mismo valor, el de un jugador con participación escasa hasta el del propio presidente. Ese período se lo conoció como “Democracia Corinthiana”, y hasta tuvo un tema musical creado por el publicista Washington Olivetto.
Corinthians fue el primer club de Brasil en utilizar publicidad en su camiseta, precisamente a través de Olivetto, y llegó a estampar frases de tono político como “Elecciones ya”, o “Yo quiero votar para presidente”. Eso transcurrió bajo un período comandado por la dictadura militar en el país, donde distintos grupos sociales comenzaban a rearticularse para tratar de institucionalizar la democracia. Este movimiento de los jugadores de Corinthians incluso causó disconformismo entre las juntas militares, que le pidieron moderación a la institución.
La “revolución” duró hasta 1984, pero le alcanzó para lograr los torneos paulistas de 1982 y 1983. Además, Corinthians logró conservar tres millones de dólares en su caja, producto de esa autogestión. Por ello, ante la gran preocupación de los jugadores de River, su unión tal vez podría desembocar en la salida que los directivos hace rato que no encuentran.
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