Mirá la tabla adjunta, en el costado: después de dos fechas en la fase de grupos, la Selección Argentina es el equipo de mejor rendimiento en la Copa del Mundo de Sudáfrica. El equipo que dirige Diego Maradona gana, gusta y hasta golea, de eso no hay dudas, pero el técnico eligió hacer siete cambios para el encuentro de esta tarde, el que cierra la participación en el Grupo B y el que puede clasificar a la Selección a los octavos de final, algunos cambios obligados (por el lesionado Samuel y el suspendido Jonás Gutiérrez) y otros por elección (los amonestados Mascherano y Heinze, los presuntamente necesitados de descanso Tevez, Di María e Higuaín).

A uno de sus titulares, en cambio, lo sostuvo. Lo sostiene y lo sostendrá, tanto que le endosa el equipo, le pide que se lo ponga al hombro, y se lo encarga con todo un gesto: le entrega la cinta de capitán que hasta aquí distinguió a Javier Mascherano. Dos días antes de cumplir 23 años, Lionel Messi se convierte definitivamente en la gran apuesta de Maradona, una apuesta en la que parece que no corre riesgos, aunque así sea. La Selección Argentina ya demostró en este Mundial contra Corea del Sur que no necesita depender del astro del Barcelona. Pero Maradona quiere que Messi le imprima su sello a este equipo que rechaza públicamente la chapa de candidato que lustra desde la cancha.

Con los cambios del medio hacia adelante, la Selección tendrá un perfil acaso más audaz que el que mantuvo hasta ahora: desde Bolatti hacia el arco de enfrente, todos los jugadores –Maxi Rodríguez, Verón, y por supuesto Agüero, Milito y el propio Messi– tienen manejo de pelota y llegada. La de esta tarde puede ser una fiesta. La Argentina palpa la clasificación, su nuevo capitán puede coronarla con una actuación deslumbrante.