DEPORTES › LUIZ FELIPE SCOLARI EXPLICó ASí LA ESTREPITOSA CAíDA FRENTE A ALEMANIA POR LAS SEMIFINALES

“Nos desorganizamos y entramos en pánico”

El DT de Brasil no ocultó su bronca por la derrota y llamó a sus jugadores a honrar la lucha por el tercer puesto en Brasilia.

Desde Belo Horizonte

El poder “mágico” de Luiz Felipe Scolari de convertir a equipos desacreditados en campeones se esfumó en forma estrepitosa ayer, con la derrota por 7-1 ante Alemania en la semifinal del Mundial. Scolari aspiraba a convertirse en el segundo técnico de la historia en conquistar dos títulos mundiales, algo que sólo pudo hacer el italiano Vittorio Pozzo, bicampeón con la Azzurra en los Mundiales de 1934 y 1938. El brasileño no podía imaginar la humillación histórica que viviría en el estadio Mineirão. “Mi mensaje para los brasileños es que hicimos lo que pudimos”, dijo Scolari instantes después de la derrota. “Pido perdón por este resultado negativo. Vamos a intentar honrar lo que significa este equipo, jugando por el tercer puesto en Brasilia”, añadió.

Pero un partido por el tercer puesto implica una enorme decepción para los brasileños, que en noviembre de 2012 recibieron con entusiasmo la decisión de nombrar a Scolari como entrenador de Brasil en lugar del discreto Mano Menezes. Al fin y al cabo, Felipão fue el hombre que, en 2002, llegó al Mundial de Corea/Japón con un equipo desacreditado tras una malísima campaña en Eliminatorias, y un mes después logró el pentacampeonato.

Aunque es cierto que aquel equipo tenía a algunas de las principales estrellas del fútbol, entre ellas Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho, también lo es que gran parte del éxito fue adjudicado a la calidad de gran motivador de Scolari.

La confianza aumentó el año pasado, cuando Scolari volvió a hacer su “magia”, al convertir en sólo cuatro semanas a un grupo de-sordenado de 23 jugadores en un equipo con base y estilo de juego definidos que se alzó con el título de la Copa Confederaciones, y alegró a los brasileños en medio de las masivas protestas sociales que sacudían el país. Conquistar el corazón de la torcida era el paso número uno en el proyecto de Scolari de alzarse con el hexacampeonato. “La hinchada sí gana partidos. Es importante. Al actuar en casa tenemos lo que hace la diferencia”, dijo. Pero el camino de 2014 fue mucho menos suave de lo que esperaba Felipão. Desde el debut de Brasil ante Croacia en el Mundial quedó en claro que, pese a que los jugadores y el sistema eran los mismos de 2013, el equipo no funcionaba. La desconfianza aumentó tras el deslucido empate sin tantos con México en la fase de grupos, y no desapareció pese a la goleada por 4-1 ante Camerún, que clasificó a Brasil a octavos como primero del Grupo A. La agónica clasificación a cuartos, arrancada en penales tras una batalla de 120 minutos con Chile, librada entre lágrimas por los jugadores de la verdeamarelha, no hizo más que profundizar el escepticismo y revelar una crisis de inestabilidad emocional en el equipo.

El desempeño algo mejor en la victoria por 2-1 ante Colombia reavivó un poco las esperanzas, pero la clasificación a la semi vino con un precio: la fractura de una vértebra de la única gran reserva de talento del equipo, el delantero Neymar, y la segunda amarilla del capitán Thiago Silva.

Despojado de dos de sus principales figuras, Scolari trató de recurrir una vez más a su “magia”, para motivar a sus jugadores a usar todos los recursos posibles y llegar a la final en el Maracaná. Pero nada de esto funcionó ante la arrolladora superioridad futbolística de Alemania. “Soy el responsable de la derrota. Todos perdimos, pero el máximo responsable soy yo”, enfatizó Scolari, y explicó: “Lo que pasó fue que después del primer gol, a los 10 minutos, nos desorganizamos y entramos en pánico”.

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