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Por esas cosas del fútbol
Por Pablo Vignone
Un dato insoslayable: desde que José Néstor Pekerman se hizo cargo de la Selección Argentina, el equipo disputó cinco partidos por las Eliminatorias sudamericanas, con balance negativo de tres derrotas –todas como visitante–, un empate y una victoria. En los 13 partidos anteriores sólo había sufrido una derrota. No se trata de caerle al entrenador nacional, sino de subrayar el episodio de que la derrota de la Argentina en el Centenario tuvo más que ver con una actualidad futbolística poco brillante antes que con otras circunstancias enrarecidas.
Aunque ha tenido algunas demostraciones asombrosas en esta era, como contra Brasil en el Monumental, el equipo viene planeando en los últimos partidos. Anoche terminó con Riquelme, Tevez, Aimar y Messi en la cancha, un sueño largamente acariciado por la mayoría de los paladares futboleros. Sin embargo, como corresponde, a nadie conformó esta disposición, tanto porque el fútbol generado fue ínfimo a causa de un sinnúmero de razones (conectadas con la actualidad del equipo) como por el resultado. A los hinchas no les gusta perder nunca, mucho menos un clásico.
Mucho menos de la manera en que cayó el equipo, abrumado por la reprochable reciedumbre uruguaya, pero apenas superado en lo futbolístico. El equipo se vio desbordado en el complemento más por una cuestión coyuntural (lo que había en juego se veía muy distinto de acuerdo al color de la camiseta) que por otra relacionada con la técnica. Uno imaginaba, viéndolo por televisión, que si el partido hubiera sido válido por los octavos de final de un Mundial, la diferencia de actitud habría sido proporcionalmente inversa. Se perdió por esas cosas del fútbol que dan bronca, no por nada más reprobable que las patadas de Morales y Cía.