Lunes, 25 de septiembre de 2006 | Hoy
DIALOGOS › ¿POR QUE PAOLO VIRNO?
Por V. G.
En su primera visita al país, la semana próxima llegará a Buenos Aires el filósofo italiano Paolo Virno. Con cuatro presentaciones públicas en Buenos Aires y Rosario, Virno expondrá las tesis de su nuevo libro, Ambivalencia de la multitud (Tinta Limón, 2006), que adelanta en este diálogo con Página/12 desde Roma. Su nombre, sin embargo, es conocido en estas tierras desde hace algunos años. Después de las jornadas de diciembre del 2001, en medio del calor de asambleas, piquetes y cacerolas, Virno dijo que veía en los acontecimientos argentinos en marcha la acción de una “multitud”: es decir, un nuevo sujeto que –a diferencia del “pueblo”– huía de las formas de representación política clásicas, desconfiaba de toda consigna de unidad y se resistía a la obediencia. Virno, incluso, señaló una línea de continuidad entre los sucesos argentinos y las protestas de Seattle (1999) y Génova (2001). Varios intelectuales argentinos reaccionaron y contestaron, prolongando el debate sobre cómo nombrar esa anómala politización callejera que recorría distintas ciudades del país. Sin embargo, esa experiencia multitudinaria parece haber perdido fuerza en los últimos años, tanto en Italia como en la Argentina. Fue así que las preocupaciones más recientes de Virno se volcaron a entender ese repliegue que muchas veces tomó la forma de una autodestrucción de lo que se había creado y conquistado o que, en otras ocasiones, se tradujo en un aislamiento y marginalización de lo que en algún momento había sido una novedad política radical. Contra un optimismo antropológico –principal vicio de los años ’70, según Virno–, incapaz de pensar lo “negativo” o el mal inherente a los hombres, el filósofo italiano se ha dedicado ahora a precisar la “ambivalencia” de esa multitud. Siguiendo la línea de su investigación sobre la expansión de lo que él llamó los “sentimientos del más acá” (como el cinismo, el oportunismo y el miedo), la ambivalencia de la multitud pretende entender la complejidad del momento político actual para los distintos movimientos y pensar la oscilación entre lo negativo y lo inventivo en la que se mueven esos “muchos” que ensayan formas de vida más allá del Estado y de su decisión soberana. Este tono de su interrogación, según Virno, se debe a la necesidad de encontrar categorías que estén en condiciones de asumir toda la realidad de lo negativo, en lugar de ocultarlo o excluirlo. Porque, como explica a Página/12, “el hombre no es un animal bondadoso, pero esto no es un buen motivo para conservar el Estado, es un buen motivo para abolirlo”.
Paolo Virno nació en Nápoles en la década del ’50, pero su juventud la vivió en Génova, donde fue marcado por las revueltas del ’68. Luego su familia se mudó a Roma y entró en contacto con los grupos que protagonizaban la corriente del marxismo obrerista italiano. Fue así que inició su militancia en Poder Obrero, la primera organización obrerista de masas a nivel nacional, de tendencia neoleninista, cuya acción se orientaba hacia las fábricas y las universidades. Desde entonces su vida política siguió la ruta de las grandes automotrices del Norte italiano: la Alfa Romeo en Milán y la FIAT en Turín. El grupo se disolvió en el año ’73 pero, junto a otras personas que provenían de esa misma experiencia, Virno fundó una revista llamada Metrópoli para dedicarse a entender qué era lo que estaba cambiando en las formas del trabajo y en las subjetividades obreras a fines de aquella década, cuando ya se extendía el empleo precario, temporario y tercerizado. Es por esto que Virno suele repetir que “el posfordismo empezó en Italia”. En 1979, en el marco de la operación represiva en contra del movimiento social y político italiano, Metrópoli como revista fue criminalizada cuando apenas había salido su primer número. Virno y sus compañeros fueron encarcelados junto a otros militantes del llamado “juicio 7 de abril”, donde también fue juzgado Toni Negri. Luego de tres años de cárcel preventiva, lo condenaron a otros doce con el cargo de asociación subversiva y constitución de banda armada. Pero tras una apelación, Virno fue absuelto en 1987.
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