El año pasado las entidades del campo y los frigoríficos se la pasaron prometiendo que se “autocontrolarían” para evitar aumentos en el precio de la carne. La falta de resultados agotó la paciencia del presidente Néstor Kirchner, quien a mediados de marzo decidió prohibir las exportaciones. La medida provocó un derrumbe de precios en el Mercado de Liniers y una leve baja en las carnicerías. Luego de lograr su objetivo, el Gobierno abrió parcialmente el grifo externo, pero hace casi dos meses la ministra de Economía, Felisa Miceli, les pidió a los eslabones de la cadena de la carne que le acercaran una propuesta común para encontrarle una solución definitiva al conflicto. La solicitud resultó casi una condena para el sector, pues productores y frigoríficos siguen sin ponerse de acuerdo. El 4 de octubre vence la resolución que autorizó de manera provisoria la libre exportación de vacas de conserva y el cuarto trasero de novillos de más de 460 kilos. La intención es limar las diferencias internas antes de esa fecha, pero el objetivo parece difícil de cumplir.

La última reunión fue el miércoles pasado en Coninagro y la próxima será mañana. Sociedad Rural, Confederaciones Rurales Argentinas y Coninagro quieren presentarle al Gobierno una propuesta donde se garantice la estabilidad de los precios de once cortes acordados en abril de 2006 y se restrinja la exportación de los cuartos delanteros, que son los de mayor demanda local. A cambio, reclaman que se mantenga la autorización para exportar vacas de conserva y se libere completamente la exportación de cuartos traseros.

A la industria no le convence restringir los cortes delanteros porque, además de ser consumidos en el mercado interno, tienen una fuerte demanda de Rusia, Chile e Israel. También se niegan a avalar una liberalización completa de los cuartos traseros. Afirman que eso dispararía los precios de algunos productos clave en el mercado interno, como las milanesas, y podría llevar al Gobierno a dar marcha atrás incluso con la apertura parcial que autorizó hasta ahora. Coinciden con los productores en garantizar los precios de once cortes populares, pero proponen la fijación de un cronograma que permita elevar los volúmenes de exportación de manera muy gradual durante los próximos dos años, hasta llegar a eliminar todo tipo de restricción.

Más allá de las propuestas, lo que deja en evidencia la falta de acuerdo entre los productores y la industria son las diferentes realidades que atraviesa cada uno. Entre agosto de este año y el mismo mes de 2005 el valor de la hacienda en Liniers cayó 5,9 por ciento (con bruscas oscilaciones intermedias, pues a comienzos de año hubo una fuerte suba que se desmoronó luego del cierre de las exportaciones). Sin embargo, los seis cortes vacunos que monitorea el Indec en las carnicerías (asado, carne picada, paleta, bife angosto, cuadril y nalga) aumentaron 9,8 por ciento en promedio durante el mismo período (la baja de los últimos meses se produjo con relación a los altos precios de marzo, pero no con respecto al año pasado).

Las cotizaciones decrecientes de Liniers tampoco se deben a una caída de los precios internacionales. Un informe reciente del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina detalla que, pese a la veda exportadora, durante agosto el volumen de envíos de carne al exterior cayó sólo 2 por ciento respecto del mismo mes del año anterior, mientras que su valor aumentó 27 por ciento.

Si bien las exportaciones de agosto están por encima del promedio de 2006, esta comparación interanual muestra cómo los frigoríficos se apropiaron de una porción significativa de la renta de los productores. Eso explica por qué la urgencia de unos choca con la relativa tranquilidad de los otros al momento de formar un frente común.