La lógica del presidente George Bush, que impulsó la invasión y la ocupación de Irak, sufrió un nuevo golpe ayer al difundirse un análisis de la comunidad de inteligencia de la nación. El informe aseguró que la guerra y la situación posterior han fomentado el extremismo islámico y aumentado –no disminuido– la posibilidad de una amenaza terrorista contra EE.UU. Sin embargo, importantes miembros republicanos volvieron a insistir en que el país no tiene otra opción que quedarse en Irak.

Estas conclusiones no podrían haber llegado en un momento más delicado, semanas antes de las elecciones parlamentarias de mitad de mandato, en las que la premisa de Bush de que el país es más seguro será el tema principal. Este informe también contradice las recientes declaraciones de Bush, durante el quinto aniversario del 11-S, en las que afirmó que el derrocamiento de Saddam Hussein fue vital para ganar la “guerra contra el terrorismo”. En cambio, el documento, una parte del cual fue publicado por los diarios New York Times y Washington Post, dejaba claro que si como dicen Irak se convirtió en el “frente principal” de esta guerra, se trata de un frente en gran parte creado por la administración Bush.

El conflicto cada vez más sangriento, en el que casi 2700 soldados estadounidenses y casi 50 mil iraquíes murieron, ha impulsado la expansión de la ideología radical islámica alrededor del globo, según afirmó el informe de inteligencia. Mientras podría ser verdad que Al Qaida haya quedado debilitado desde 2001, el movimiento terrorista ha mutado en el mundo, creando un nuevo estilo de grupos “autogenerados”, inspirados en Bin Laden, aunque sin un vínculo estructural directo con su organización. Ayer, tanto EE.UU. como Francia salieron a confirmar que no tienen información confiable sobre el líder terrorista.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.