Lunes, 9 de julio de 2007 | Hoy
DIALOGOS › ¿POR QUE MARIA GALINDO?
Por W. I. y N. A.
Vehemente y cruda, la socióloga boliviana María Galindo plantea su mirada sobre lo que llama la actual crisis de “los movimientos sociales”. En este escenario, reclama una actividad intensa de autorreflexión al interior de los movimientos, que dé como resultado una resignificación de lo que los constituye como tales.
Fundadora desde hace 15 años del movimiento Mujeres Creando y docente de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Galindo pone a tono su imagen con su pensamiento. Su ropa, su maquillaje y sus palabras se tiñen de negro, como forma de rebelarse a la visión “paternalista y caudillista” que atraviesa a sectores sociales y estados.
Fue detenida durante el proceso de movilizaciones de 2003 que terminó con el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada. También fue candidata por el Movimiento Mujeres Creando para la actual Asamblea Constituyente. Desde el movimiento que integra, esta socióloga realizó investigaciones con mujeres en situación de prostitución, con trabajadoras del hogar y con deudoras.
Dirigió y guionó series para televisión, escribió libros como La Virgen de los Deseos de ediciones Tinta Limón, que narra testimonios de las migrantes bolivianas en Argentina, la mayoría empleadas en los talleres-maquilas. Realizó un documental sobre mujeres que emigraron a España –Las exiliadas del neoliberalismo (2004)– un trabajo pionero por la forma en que conceptualiza, en palabras e imágenes, la migración como exilio social.
Recientemente, en Plaza Once, María Galindo, junto a un centenar de mujeres, denunció el tráfico y la explotación sexual en una acción pública que sirvió para lanzar Ninguna Mujer Nace para Puta, el último libro que escribió junto a la argentina Sonia Sánchez. Ambas encabezaron, con escobas en la mano, una procesión que finalizó en el Centro Cultural Ricardo Rojas, donde Liliana López Foresi fue la conductora del acto de presentación de este trabajo, que analiza los cimientos de una nueva forma de construir vínculos que permitan a las mujeres organizarse y rebelarse.
Sin embargo, no se ve a sí misma como artista, porque “el oficio de artista es por ahora muy decente, muy bien visto e insoportablemente inofensivo –opina–. Soy aquí adentro, entre ustedes, una impostora y allá afuera, una agitadora callejera”.
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