Sábado, 20 de septiembre de 2008 | Hoy
ECONOMíA › LA POLéMICA POR EL TIPO DE CAMBIO COMPETITIVO PARA LA INDUSTRIA. DEBATEN LOS EXPERTOS
La UIA no oculta su disgusto con la pauta de un dólar a 3,19 pesos del Presupuesto 2009. Los más audaces en su seno reclaman una devaluación a 3,60. ¿Es posible lograr competitividad sin sacrificar el ingreso de otros sectores?
El tipo de cambio promedio fijado en el proyecto de ley del Presupuesto 2009 (3,19 pesos por cada dólar) generó polémicas al interior del sector industrial, que viene reclamando una devaluación del peso –tal cual está haciendo Brasil– para llevarlo a un promedio de 3,60. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner aseguró anteayer que dadas las condiciones actuales, un tipo de cambio “muy alto” generaría mayor inflación. Al titular de la Unión Industrial Argentina, Juan Carlos Lascurain, no le quedó otra que compartir esa teoría, aunque reclamó otras medidas para el sector. Más allá del valor nominal en que se fije el dólar, distintos economistas consultados por PáginaI12 coincidieron en remarcar que lo prioritario para el modelo económico es pensar en la competitividad de los diferentes sectores industriales (y en el tipo de cambio real), más allá del valor nominal en que se fije el dólar.
En pleno conflicto con el campo, el Gobierno decidió bajar la cotización del dólar de 3,22 a 3,07, como un castigo hacia los exportadores agropecuarios, los especuladores que iniciaron una corrida y también a la UIA, que no había querido firmar el famoso Pacto del Bicentenario. La decisión política para el año que viene es llevar el dólar a un promedio de 3,19 pesos. La pregunta que subyace a esta pauta tiene que ver con el tipo de cambio competitivo para Argentina.
“El dólar actual sigue siendo competitivo, por encima de un cuarenta o cincuenta por ciento en comparación con la época de la convertibilidad. Es decir, todavía hay un colchón para la industria. La principal señal que debe dar el Gobierno es la de un sendero competitivo, independientemente de los vaivenes coyunturales y regionales, como en Brasil, que está devaluando”, explicó a este diario el economista del Credicoop Mariano Borzel.
Si bien Lascurain señaló que un “tipo de cambio real se logra con otras medidas”, como la eliminación de las retenciones a algunas exportaciones, la UIA no abandonará sus reclamos por un dólar más alto. Está en su naturaleza. “Es complicado el manejo del tipo de cambio nominal, sobre todo en un contexto inflacionario. Argentina debería apostar a un tipo de cambio razonable, que contemple la productividad media de su economía y no castigue a sus empresarios, como en la década de 1990”, aseveró Mariano Kestelboim, economista de la Fundación Pro Tejer.
“La competitividad de la industria no depende solamente de la moneda estadounidense. Lo que es competitivo para algunos no lo será para otros”, señaló Andrés López, director del Cenit. A largo plazo, agregó el investigador, las industrias deben apostar a la innovación, especialización, diferenciación por productos y no al tipo de cambio.
“Hay que decir las cosas como son y trabajar también sobre los factores de costos, industria por industria, en un acuerdo social y global”, indicó a este diario Miguel Cuervo, director del Centro de Estrategia de Estado y Mercado. Es decir, continuar en la línea del tan mentado Pacto Social del Bicentenario, tema que reflotó la Presidenta anteayer, luego de su reunión con la UIA.
Para que la Argentina sea competitiva con un dólar a 3,19, el Gobierno continuará con su política de superávit fiscal (proyectada en un 3,27 por ciento del PBI para 2009) y el superávit comercial. “Más allá de estas metas, es hora de hacer algo con el Indec y evitar los incrementos de precios relacionados con los comportamientos de los agentes concentradores de la producción y distribución, tema que hasta el momento se ha dejado de lado”, reflexionó Borzel.
Durante los últimos cinco años, los sectores industriales gozaron de un contexto macroeconómico que los benefició. La actualidad no parece ser tan benévola como años anteriores. “La competitividad de un tipo de cambio alto sirvió para que algunos sectores invirtieran en tecnología y se modernizaran. Otros no. Quienes invirtieron estarán en una mejor posición frente a un dólar no tan alto”, concluyó López.
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