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Finalmente, Roberto Lavagna partirá esta noche hacia Washington. Para algunos, el ministro viaja para ponerles la guinda a las negociaciones; es decir, la firma al acuerdo más complejo negociado nunca por un gobierno argentino con el Fondo Monetario. Esta idea fue potenciada por el jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, quien dijo que “estamos a horas” de cerrar el acuerdo. Sin embargo, ayer, desde el Ministerio de Economía, desmintieron, categóricamente, la versión: “El acuerdo no está cerrado; las negociaciones avanzan, pero con mucha dificultad. Las diferencias subsisten y son importantes”, trasmitió un vocero de Lavagna. La magnitud del ajuste de tarifas públicas, el ajuste exigido a las provincias y el reclamo al Fondo para que reembolse los casi 3000 millones de dólares pagados con las reservas están entre los principales temas aún abiertos en la agenda.
“Todo el mundo cree que el ministro es un príncipe que viaja con la lapicera a firmar. No es cierto”, afirmó ayer, a última hora, un vocero de Lavagna. La declaración sorprende si se cruza con otros dichos escuchados ayer. Primero, el ex presidente del Banco Central, Mario Blejer, un hombre de llegada directa con toda la línea de funcionarios del FMI, quienes fueron sus colegas por más de 20 años, puso la fecha exacta del anuncio. “El anuncio del acuerdo se producirá el próximo viernes”, aseguró Blejer.
Segundo, el jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, anunció que “estamos a horas” de cerrar el acuerdo. Y reflexionó: “cuando esta negociación se cierre será la más larga que el FMI haya tenido con un país, y habrá costado un Perú”.
Sin embargo, en Economía relativizan los dichos de Atanasof: “Quien lleva adelante la negociación es el Ministerio de Economía”, retrucaron. “La negociación avanza con dificultad, pero de ninguna manera está asegurado que el viaje del ministro la vaya a destrabar”, repitió una y otra vez el vocero de Lavagna, Armando Torres.
Semejante cautela, en medio del esperado viaje del ministro, puede responder a dos motivos opuestos. O bien Lavagna quiere dar la impresión de que las cosas están mucho más difíciles de lo que están, para luego arrogarse haber sellado el pacto en Washington; o bien las cosas están, efectivamente, mucho más complicadas de lo que se preveía y es necesario el viaje del ministro para lidiar con la intransigencia de los funcionarios fondomonetaristas.
Ya es sabido: de una manera u otra, antes del 15 de noviembre, el Fondo Monetario concederá un acuerdo, porque sino Argentina debería ser declarada en cesación de pagos por el Banco Mundial y el BID, lo que perjudicaría seriamente a estas dos instituciones. Sin embargo, como admiten en Economía, todavía hay puntos de la negociación abiertos. Y no son menores. Al contrario, de cómo se resuelvan dependerá en buena medida el balance de la negociación. Son los siguientes:
- Tarifas públicas: el FMI quiere el compromiso de un ajuste de entre el 20 y 30 por ciento. Sin embargo, en Economía ratificaron ayer que no se moverán de una suba del 10 por ciento en promedio y desmintieron que pueda hacerse un ajuste escalonado entre diciembre y marzo para llegar a los valores exigidos por el Fondo. Igualmente, Página/12 pudo saber que la idea de efectuar un ajuste desdoblado para acercar posiciones sigue firme, y ya se da por descontado que el incremento para las industrias sería bastante mayor.
- Ajuste provincial: el Fondo insiste con que el recorte de gastos en las provincias debe ser mayor al propuesto por el gobierno. Y amenaza con retacear el préstamo de 1000 millones de dólares, originalmente previsto para rescatar los bonos provinciales.
- Reembolso: Lavagna pretende que el FMI devuelve una buen parte de los 3000 millones de dólares que se le pagaron al organismos este año con lasreservas del Banco Central. De otro modo, el balance de divisas sería negativo: pese a la refinanciación de vencimientos de capital, habría que abonar otros 1300 millones de dólares en intereses al Fondo durante 2003.