El presidente de Brasil, Lula da Silva, volvió a pegarle duro al sector financiero. Esta vez fue el turno de Morgan Stanley, el antiguo banco de inversión que se tuvo que convertir (con la autorización de la Fed) en banco comercial para evitar su quiebra. La entidad estimó una caída del Producto Interno Bruto del 4,5 por ciento y Lula recordó que “esos bancos no acertaron ni lo que iba a ocurrir con ellos mismos, cuanto menos (acertarán) la situación de Brasil”. El año pasado la economía brasileña registró una tasa de crecimiento record, pero está siendo golpeada duramente por la crisis desde fines del año pasado. El mandatario, que a mediados de 2008 aseguraba que su país estaba “blindado” contra la crisis, reconoció que la economía “no va a crecer del modo que nosotros queríamos, pero será uno de los países que tendrán crecimiento este año”. Los cálculos de Morgan Stanley se basan en el “fin de año más flaco” y el “desolador escenario global”.