El impuesto al ingreso de capitales especulativos que dispuso el gobierno brasileño logró detener, en parte, la fuerte apreciación de su moneda. El real avanzó ayer cuatro centavos. Sin embargo, el efecto de la medida no impactó en la plaza local. El Banco Central siguió comprando dólares en cantidad, al sumar 100 millones de dólares a sus reservas para defender la actual cotización. Ni la recuperación del real ni la mejora internacional del dólar descomprimió la oferta de los grandes jugadores locales. Al público, el billete se ofreció en 3,84 pesos en promedio en bancos y agencias del microcentro. A pesar del apoyo recibido por los sectores productivos brasileños, los inversores especulativos reaccionaron con ventas de activos bursátiles, que derivó en una caída de 2,9 por ciento de la Bolsa paulista.

La relación entre los mercados argentino y brasileño es muy estrecha. El real se convirtió en los últimos años, a partir de un fluido comercio bilateral, en un factor relevante para evaluar la política monetaria local. De hecho, sectores industriales reclamaron en más de una oportunidad que el peso se anclara a la suerte de esa moneda, con el objetivo de mantener la competitividad del sector productivo ante sus pares brasileños. En paralelo, algunos corredores se quejaban por los controles al ingreso de capitales especulativos de corto plazo que existen desde 2003. Desde el Gobierno, se argumentó que ambos pedidos se contraponen.

El gobierno de Lula decidió restringir la llegada de capitales especulativos para detener el proceso de apreciación de su moneda. El ministro de Hacienda, Guido Mantega, anunció anteayer la creación de un impuesto de 2 por ciento a las divisas con destino a inversión en bonos y acciones. El gravamen entró en vigencia con resultados parciales. Por un lado, se detuvo la apreciación del real ante el dólar. En la plaza cambiaria, cerró en 1,743 real por dólar, un incremento de 1,9 por ciento respecto del precio de la jornada previa. La moneda brasileña acumulaba en el año una revaluación de más del 35 por ciento, la más intensa de toda la región en ese período. En tanto, la Bolsa de San Pablo respondió en negativo. El índice Bovespa finalizó con una caída de 2,9 por ciento, aunque en la mitad de la rueda llegó a operar con un retroceso de más del 4 por ciento.

La Bolsa porteña no acompañó el desempeño del mayor mercado latinoamericano. Las acciones de Petrobras y algunos bancos que integran el panel arrastraron el Merval a una caída de 0,3 por ciento. El arranque había sido más auspicioso y llegó a operar con una mejora cercana al uno por ciento. Diferente fue el recorrido de los bonos. Entre los más negociados sobresalió el Descuento en pesos, con un una suba del uno por ciento. La atención de los inversores se focalizó en las emisiones en dólares: el Boden 2012 remontó 0,9 y la versión 2013 quedó 0,8 arriba.

El movimiento cambiario local no se vio influenciado por el desempeño en Brasil. Los cambistas coincidieron en que la entrada en vigencia del impuesto al ingreso de capitales no redireccionó el flujo hacia el país ni presionó a una apreciación del peso. La oferta volvió a ser consistente con el promedio de las últimas semanas y obligó al Central a comprar alrededor de 100 millones de dólares para defender el precio de la divisa estadounidense. La estrategia de la autoridad monetaria combinó intervenciones de venta en los mercados de futuros y compras de contado para absorber el exceso de oferta. La cotización del billete verde cerró a 3,821 pesos.

Al cierre de la rueda, el stock de reservas internacionales se ubicó en 45.835 millones de dólares. La presencia del Central se reflejó en el monto operado: unos 430 millones de dólares (anteayer, 254 millones). Al público, las pizarras de la city mantuvieron sus precios sin modificaciones a 3,84 pesos para la venta, mientras que el euro se mantuvo en 5,75.