Con las negociaciones paritarias en vista, el secretario de la Unión Industrial Argentina se ocupó de despejar de ese horizonte toda expectativa inflacionaria, desalentando que esa hipótesis resulte la referencia para los reclamos sindicales de recomposición salarial. “Está claro que en Argentina no hay un proceso inflacionario, lo que hay es un problema de coordinar un plan que haga compatible la oportunidad de crecer al 5 por ciento con la lucha inflacionaria”, intentó explicar José Ignacio de Mendiguren. Sobre el mismo tema había opinado Hugo Moyano, titular de la CGT, en la entrevista que publicó Página/12 el domingo último. El dirigente camionero no habló de inflación, pero sí de precios de los alimentos que subían más que el índice general. Y eran aquéllos, según dijo, los que se toman en cuenta para definir los pedidos de recomposición salarial. “Nos tomamos de eso. Lo que el trabajador consume masivamente son alimentos, por eso yo digo eso. No es una cosa caprichosa, hay que entenderlo”, señaló el líder sindical en esa entrevista. Por lo visto, De Mendiguren tomó nota.

Desde otra perspectiva, el sector lechero asegura que “el aumento en la góndola no le llega al productor”. Emiliano Amondarain, presidente de la Unión General de Tamberos, sostuvo que los incrementos de los precios que paga el público “no se han trasladado a la producción”. Además, hizo referencia a la notable mejora en el precio internacional, que tampoco llegó al bolsillo de los tamberos. Precisó que el precio promedio que recibieron los productores en 2009 “varió entre los 80 y 85 centavos. Más cerca de los 80. Y hoy va en una banda de entre 95 centavos hasta 1,10 peso”, dijo. “Podemos hablar de un valor promedio de un peso, mientras que en la góndola nadie puede encontrar leche fluida en menos de 3,20 pesos. Y ni hablar de los aumentos que sufrieron los derivados que son aún mayores”, enfatizó.

De Mendiguren, empresario textil y directivo de la central fabril, deslizó la sugerencia de de-sagregar el universo laboral para definir qué franjas podían requerir una recuperación de salarios, y cuáles no. “Hay que desagregar y analizar dónde están los retrasos salariales y los sectores que ya tuvieron una muy buena recuperación contra la inflación”, indicó De Mendiguren. Siendo más específico aún, por si hiciera falta, el representante de la UIA recomendó que “todo lo que se pueda hacer para desinflar las expectativas inflacionarias hacia adelante, hay que hacerlo dentro de un plan (...). Sería muy importante poner lo que tiene que ver con la puja distributiva dentro de un marco general de una política antiinflacionaria”.

Pese a mostrarse escéptico y contrario a agitar fantasmas, De Mendiguren admitió que “la preocupación generalizada por la inflación” existe. Aunque subrayó que la suba de precios “tiene mucho de real, pero también mucho de expectativas”. Sin entrar en explicaciones sobre la actitud de los formadores de precios, muchos de los cuales amarran en la UIA, el empresario textil prefirió generalizar diciendo que es necesario aplicar “un conjunto de medidas utilizando todas las herramientas de la política económica en forma simultánea (...). Hay que convenir pautas de baja de la inflación que vayan a converger en 2011 a un dígito (por debajo del 10 por ciento) y encarar un proceso antiinflacionario”. No habló de pactos, ni de intervención oficial ni sobre qué hacer en los mercados más concentrados. Su mayor énfasis quedó puesto en dejar afuera de la puja distributiva el aumento, real o supuesto, de los precios.