Viernes, 25 de febrero de 2011 | Hoy
ECONOMíA › PRIORIDADES OFICIALES
Por Fernando Krakowiak
Desde que comenzó la recuperación económica en 2003 la industria acumula un crecimiento del 87 por ciento. La fabricación de automóviles lideró las subas con un 386 por ciento, pero todas las ramas hicieron su aporte. Eso llevó al Gobierno a remarcar que no hay sectores inviables cuando se les brinda apoyo oficial. Ese apoyo se vislumbró en un conjunto de políticas que fueron definiendo un perfil industrial, pero nunca se explicitaron en un plan estratégico. La selección de los diez sectores anunciados ayer implica un primer recorte y, si bien los incentivos se conocerán luego del trabajo de los foros, permite vislumbrar las prioridades oficiales para la década y analizar su pertinencia.
El listado incluye alimentos; calzado textiles y confecciones; madera, papel y muebles; materiales de construcción; bienes de capital; maquinaria agrícola; autos y autopartes; medicamentos; software y productos químicos y petroquímicos. Desde el Gobierno destacaron que esos sectores explican actualmente el 80 por ciento del PBI industrial y el 60 por ciento del empleo sin dar mayores precisiones sobre los motivos de la selección.
A primera vista se observa, por ejemplo, que siderurgia, productos electrónicos y electrodomésticos quedaron fuera, pero el recorte igual es muy amplio, sobre todo si se compara con los países que en las últimas décadas se posicionaron como líderes mundiales en alguna rama productiva, luego de impulsar fuertes políticas de promoción industrial, para desde allí disputarles ese nicho a las potencias centrales.
En la industria del software sobresalen los casos de India, Irlanda e Israel, que diseñaron estrategias audaces para equiparar los desarrollos tecnológicos de Estados Unidos, Alemania e Inglaterra. También se puede mencionar a Corea del Sur, donde el Estado a partir de los ’70 apostó por los astilleros, la industria automotriz y la electrónica apuntalando a los grandes conglomerados industriales conocidos como chaebols: Samsung, Hyundai, Daewo y LG.
“Para Argentina elegir entre sectores es muy difícil porque el aparato industrial, a pesar de sus avatares, está extendido y no está claro cuál podría ser el criterio. No es conveniente descuidar sectores. En todo caso hay que avanzar con una especialización intrasectorial, agregando más valor, antes que elegir entre sectores”, afirmó a Página/12 Fernando Porta, economista del Grupo Redes, al ser consultado sobre la posibilidad de orientar los incentivos públicos con un criterio más selectivo. “No se puede pensar independientemente del stock de capacidades acumuladas existentes. Si la fuerza laboral es homogénea y se puede transferir a otras industrias sin problemas podría ser, pero nadie puede garantizar eso”, agrega. La alternativa entonces consistiría en pensar en escalamientos productivos para pasar a gamas de mayor calidad, ocupar nichos donde el factor central no es la escala de producción sino el valor agregado.
El economista del IAE, Juan Llach, por su parte, afirma que la política industrial debería consistir simplemente en incorporar mano de obra calificada y aprovechar los recursos naturales para agregarle valor. “El incentivo para incrementar la inversión debe ser general. Podría consistir en la desgravación de contribuciones patronales, la amortización acelerada del impuesto a las Ganancias o la recuperación rápida del IVA que el empresario paga cuando compra bienes de capital”, afirmó a este diario. En este planteo, la planificación estratégica sectorial directamente queda desplazada y la orientación volvería centralmente a manos del mercado.
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