ECONOMíA
Si se prolonga la guerra, Latinoamérica también paga
Los organismos latinoamericanos, BID y SELA, trazaron panoramas sombríos sobre el costo para la región de una confrontación prolongada en Irak.
Como consecuencia de la agresión estadounidense a Irak, América latina podría sufrir pérdidas por más de 42.000 millones de dólares. La razón será el efecto combinado del aumento de los precios del petróleo y la disminución de los flujos comerciales. En esta perspectiva coincidieron tanto el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), como el Sistema Económico Latinoamericano (SELA). El peor escenario es el de un conflicto prolongado. Si la estrategia de Saddam Hussein de resistir prospera, cuanto más tiempo transcurra mayores serán los costos para la economía de la potencia hegemónica y peor el efecto para la aletargada producción mundial.
De acuerdo con un estudio realizado por el SELA, las economías latinoamericanas podrían perder entre 7000 y 42.000 millones de dólares a causa de la guerra. “El rango en los montos es amplio, entre otras razones porque existen escenarios diferentes dependiendo de si el conflicto termina rápido y se estabilizan los mercados energéticos en menos de un mes”, indicó en Caracas el secretario permanente encargado del SELA, Giovanni Reyes. Si el conflicto “se prolonga por más de tres meses, habría condiciones muy distintas con precios más volátiles”, afirmó.
El funcionario vaticinó que Centroamérica, el Caribe y México serían las regiones que resultarían más afectadas por el conflicto, pues el 76 por ciento de las exportaciones de estos países se dirige a Estados Unidos. Los países del Mercosur, en cambio, tienen mercados más diversificados. Sin embargo, sus problemas podrán derivarse del alza internacional del crudo. Una situación que sólo favorecería a Venezuela, Ecuador y México.
Con cifras menos contundentes, el presidente del BID, Enrique Iglesias, realizó en la inauguración de la asamblea anual de la entidad ayer en Milán, proyecciones similares sobre la evolución de la economía latinoamericana. “Las perspectivas inmediatas para la economía mundial y para la región son de grandes incertidumbres y cuestionamientos y se hacen mayores ante la compleja situación que se vive en el Medio Oriente”, admitió Iglesias ante los ministros y representantes de 46 países, entre ellos todos los de América latina y el Caribe. Si la situación “no se agudiza”, la economía regional “podría crecer entre 1,5 y 2 por ciento este año y de mantenerse dicha tendencia ascendente, la tasa de crecimiento económico podría llegar a 4 por ciento en 2004”.
Pero “todo dependerá de la duración del conflicto”, comentó Iglesias después de la reunión. “Si la guerra es breve, el impacto es relativamente menor, afecta el petróleo y el turismo; pero si dura más tiempo, el impacto sobre el crecimiento de la economía de los países industrializados es mayor y se proyecta sobre los países en vías de desarrollo”, aseguró.
El ministro Roberto Lavagna coincidió con Iglesias y afirmó que si el conflicto se prolonga, “no hay nadie que gane, el efecto global es negativo”. Si la guerra en cambio tiene una duración limitada “sí puede haber una suba importante del precio de petróleo”, que beneficie a los países exportadores “como la Argentina”, lo que podría “tener un impacto de orden neutro o relativamente positivo en materia de comercio”, admitió Lavagna.
Las opiniones expresadas en la asamblea del BID y por el SELA expresan el cambio de expectativas sobre la evolución de la guerra. Este cambio se reflejó también en las expectativas de los mercados internacionales. Luego de la euforia inicial, el petróleo volvió a subir y las Bolsas mundiales comenzaron a caer (ver aparte).
En este marco, el titular del BID instó a los responsables de las economías de la región a “mantener una visión de largo plazo para enfrentar las actuales incertidumbres y cuestionamientos y redoblar esfuerzos para alcanzar niveles de crecimiento capaces de reducir la pobreza y aliviar las tensiones sociales”.